Una labor casi diaria en jardinería y agricultura es el control de las malas hierbas…¿Y si en vez de tirarlas te las pudieras comer? Te presentamos diez de estas “malas hierbas” que se comen, ¿qué te parece?
Antes de comenzar a leer, debes entender que estas malas hierbas pueden estar creciendo en zonas donde existen metales pesados u otros contaminantes, en cuyo caso NO DEBEN USARSE PARA LA ALIMENTACIÓN. Siempre es conveniente utilizarlas cuando crecen en terrenos agrícolas controlados. Además, debemos estar seguros de que hemos reconocido bien a la especie vegetal, ya que si nos equivocamos podríamos estar ante otra especie no comestible o incluso tóxica.
Tortilla de ortigas, ensalada de collejas o salsa de oruga silvestre. Son algunos de los platos que se pueden cocinar y consumir usando malas hierbas. Estas plantas o arbustos que crecen entre la maleza o entre los cultivos a menudo son desechados a pesar de que décadas atrás formaron parte de nuestra alimentación, muy especialmente en tiempos de hambre. Ahora el colectivo eixarcolant (término catalán que significa acción de arrancar las malas hierbas del campo de forma manual) se ha puesto manos a la obra para averiguar qué malas hierbas consumían nuestros antepasados y cuáles se podrían recuperar para incorporarlas en nuestra alimentación y favorecer nuevos cultivos.
Para Marc Talavera, uno de los miembros de eixarcolant, un bucólico campo de amapolas tiene un potencial empresarial y gastronómico importantísimo. Talavera, es biólogo y centra su tesis doctoral en la recuperación de plantas olvidadas y su aplicación en nuestro día a día. Y es que muchos de estos vegetales pasaron de usarse como complemento alimenticio a ser en muchos casos fuente exclusiva de la alimentación, pero hoy han sido olvidados en cuanto a conocimiento y uso. Infusiones, ensaladas, platos cocinados (cremas, tortillas…), condimentos o bebidas, para Marc y su equipo las múltiples aplicaciones en la cocina de las malas hierbas son indudables, por eso apuestan por recuperar muchas de estas variedades, algunas de ellas “exquisitas”. Para Talavera, que estos vegetales se conviertan en nuevos cultivos es fácil porque tan solo “hay que dejar que crezcan en lugar de arrancarlas”.
Desde el colectivo eixarcolant han recuperado y cocinado unas 100 variedades. Estas son algunas de ellas y sus aplicaciones en la cocina.
– Colleja (Silene vulgaris). Ideal para tortillas.
Esta planta siempre ha sido muy consumida y conocida en España y, dentro de las malas hierbas, es una de las que más se sigue consumiendo. Crece en los márgenes de las tierras cultivadas que costaba mucho de eliminar pero que ha desparecido mucho por culpa del uso de los herbicidas. La encontramos mucho en los campos de cereales o de viña y también en los márgenes de las carreteras, lugares en los que se siega de tanto en tanto. Gastronómicamente se aprovechan sus pequeñas hojas y hay que recogerlas para consumir antes que florezcan. Botánicamente no tienen nada que ver con las espinacas, aunque su sabor sí nos puede recordar a ellas. Las collejas se pueden usar para hacer tortillas y también se pueden hervir como cualquier verdura e incluso usarlas en ensaladas.
– Achicoria dulce (Chondrilla juncea). Un sustituto a la ensalada.
Es una planta típica de los lugares de secano o de los huertos cuando no se riegan. Cuando es pequeña se asemeja al diente de león pero cuando crece es muy diferente: se espiga y hace una mata con flores amarillas. De Esta planta se puede consumir la hoja y es muy buena en ensaladas.
– Amapola (Papaver rhoeas). Se aprovecha todo.
Es la mala hierba por excelencia en los campos de cultivo (la clásica imagen de un campo teñido de rojo) y le encanta nacer en campos que se aran cada año. Tiene varios usos gastronómicos: cuando la planta es pequeña es buena para poner en las ensaladas, los pétalos se usan para dar color a infusiones y tiene efecto relajante porque es de la misma familia que el opio tranquiliza la mucosa bronquial. Además los pétalos son comestibles y se pueden consumir en ensalada. Las semillas también se consumen (hay países que las incorporan al pan).
– Oruga silvestre (Diplotaxis erucoides). Una flor con sabor a mostaza.
Es la típica planta que nace en las viñas o entre los olivos y da una flor blanca. Es de la misma familia que las coles y los brócolis y de hecho la hoja tiene un ligero sabor a col. Pero de esta planta no se come la hoja, su uso más interesante está en la flor que sabe a mostaza. Así, podemos usarla para hacer una salsa con sabor a mostaza: se trata de triturar la flor con aceite como si de una vinagreta se tratase. La salsa se puede emplear para aliñar ensaladas, por ejemplo.
– Acelga silvestre (Beta vulgaris). Una acelga con más vitaminas.
Es como la acelga cultivada y se trata de una comunidad vegetal estable. Es típico que crezcan en los solares de polígonos industriales que no han sido cultivados o en los alrededores de los caminos: en lugares más o menos fértiles. Estas acelgas son igual o más buenas que las cultivadas, además muchas de estas plantas tienen más vitaminas y nutrientes que el equivalente cultivado por el lugar en el que crecen. La acelga silvestre es de color verde espinaca, tiene el mismo sabor que la cultivada y su uso culinario es el mismo. Y no tienen residuos de productos químicos.
– Ortiga (Urtica dioica). Exquisita en tortillas.
Típica de zonas húmedas. Tiene unas vellosidades que es lo que provoca que piquen pero esta especie de pelos son termolábiles, lo que quiere decir que con el calor, a partir de unos 60 grados, la sustancia urticante desaparece. Así que si salteamos o cocemos una ortiga dejará de picar y es interesante consumirla porque contiene muchos minerales. La podemos consumir como si fuera una espinaca y en tortilla es muy buena. Siempre se recomienda cocerla antes porque es más dura y más fibrosa que una espinaca. Una vez hervida se puede saltear con patatas, en tortilla…
– Hinojo (Foeniculum vulgare).
Actualmente existe una variedad cultivada que se encuentra en las tiendas pero el sabor de ambos tipos es muy similar. El silvestre, que crece mucho en los alrededores de las carreteras o en zonas en las que se pasta, sirve para darle un toque fresco a las ensaladas por su toque anisado. El hinojo es fibroso, algo que dificulta poderlo consumir tal cual, así que lo mejor es cortarlo muy pequeño y mezclarlo con el resto de ingredientes (pasta, brotes verdes, legumbres…). También se pueden hacer zumos de frutas: por ejemplo, un zumo de manzana con un toque de hinojo. Además, las semillas también se pueden usar para condimentar ciertos platos. Tiene propiedades antiflatulentas y las semillas son expectorantes, así que van bien cuando estamos constipados.
– Borraja (Borago officinalis). Crema de borraja.
Muy consumida en Aragón, la Borraja es una de las malas hierbas más conocidas y de hecho se cultiva en algunas partes de España. También la encontramos en las laderas de prados y de carreteras. Las hojas son muy buenas, tienen un sabor muy suave y son exquisitas si las hacemos en crema con patata y puerro, por ejemplo. Es mejor presentarla triturada porque la hoja tiene unos pelos que pueden raspar. También podemos rebozar las hojas más tiernas y freírlas. Las flores de borraja, que son de color azul, también son muy buenas en ensaladas.
– Lechuguilla dulce (Reichardia picroides). Un buen substituto a la ensalada común.
Es una planta perenne que crece en lugares en los que no hay nada, casi ni arbustos, en terrenos margosos. A simple vista no convence porque cuando florece saca solo flores de color amarillo, pero antes de florecer salen unas hojas en la base que hay que recoger. Estas hojas son deliciosas en ensaladas y la podríamos consumir sola porque son pequeñas, carnosas, suaves y muy agradables. Es fácil de reconocer porque debajo de las flores hay unas hojas que tiene forma de corazón con el borde de color blanco.
– Enebro (Juniperus communis). Un toque para las carnes.
Es el típico arbusto punzante con bolas de color lila que crece en las pinedas. De estas plantas se hacía la ginebra. Pero el uso que podemos destacar es que estas bolas sirven mucho como condimento: las podemos triturar e incorporar a guisos porque nos aportaran olor de bosque. Combina muy bien con carnes. Por ejemplo, si hacemos una salsa de quesos para acompañar un entrecot, podemos hacer la salsa infusionando las bolas del enebro en agua y esta agua nos servirá para elaborar la salsa. Posteriormente podemos incorporar las bolas dentro de la salsa –algunas trituradas y algunas enteras- de forma que será como una salsa a la pimienta negra.
FUENTE: https://www.lavanguardia.com/vida/20160330/40752477809/malas-hierbas-comestibles.html