LA PLANTACIÓN DE ALMENDRO EN SUPERINTENSIVO, UNA ALTERNATIVA REAL
Por ello, este empresario pasó de considerar el almendro un cultivo marginal y desterrado a suelos con poca capacidad productiva, a otro con grandes perspectivas económicas. Aventurándose en un terreno poco explorado, en la actualidad posee una plantación de almendro en superintensivo, de la que destaca tanto el material vegetal utilizado, como el sistema de “no poda” que practica.
Carlos Carceller es un empresario de la localidad de Caspe (Zaragoza) que, junto a sus tres hermanos, posee una empresa de preparación de terreno (Excavaciones y Riegos Goen, S.L.). Sin embargo, su actividad principal hoy en día es la agricultura que, junto a sus socios, es desarrollada en las tierras propias y arrendadas, sumando un total de 400 ha y que gestionan con la ayuda de seis empleados.
En las diferentes fincas que poseen se desarrollan los cultivos de alfalfa, cereal (cebada y maíz) y frutales (melocotón, albaricoque y cereza). Ahora, una nueva plantación de almendro se suma a su abanico de producciones, con la particularidad de que se trata de una novedosa plantación en superintensivo. Existe un gran interés por este proyecto, que ha contado con visitas incluso de agricultores de Australia, un país referente para el cultivo del almendro.
La apuesta por el almendro comenzó en el año 2012, cuando el cultivo del maíz dejó de serle rentable. Contaba con unas producciones aproximadas de 8.000 a 10.000 kg/ha de maíz y la mayor parte de los ingresos servían para pagar los insumos para producir éste, por lo que su cultivo dejó de serle atractivo. Otro de los alicientes del cambio de cultivo fue el precio de la almendra, que por aquel entonces rondaba los 3,20 €/kg de pepita (en la actualidad ha subido hasta alcanzar los 6,5 €/kg de pepita). Debido al elevado valor de la almendra, decidieron implantar un marco superintensivo que llegara a conseguir altas producciones.
Carceller reconoce que este proyecto no ha sido fácil y que ha tenido que realizar una gran inversión para ponerlo en marcha. Tras cuatro meses de estudio, consiguió recopilar cierta información sobre las distintas variedades de almendro que mejor se adaptan al marco superintensivo. Una vez realizada una prueba en el campo de ensayo, perteneciente a la Diputación del General de Aragón (DGA) y Caspe, del que es socio colaborador, trasladó la idea a sus fincas.
La planificación de la plantación fue otro de los aspectos destacados de este proyecto, ya que no sólo dejó de producir los diferentes cereales que cultivaba en las fincas, sino que también y gracias a la empresa que posee de movimiento de tierras, realizó los desniveles oportunos y drenajes, evitando posibles problemas futuros de encharcamientos.
La plantación fue diseño exclusivo de Carlos y consiste en un camino central, en el que a ambos lados se asientan las hileras de almendros en un marco superintensivo, adaptado a una futura recolección mecanizada por medio de una vendimiadora autopropulsada.
Tras la adecuación de la parcela, en el año 2013, un total de 30 ha de almendro, procedentes del vivero con el que trabaja, fueron replantados entre el 9 de junio y 9 de agosto de 2013. Finalmente, Carceller se decantó por las variedades de Soleta y Guara.
Ambas variedades destacan por ser de floración tardía, un aspecto importante teniendo en cuenta el clima extremo de esta localidad, con una gran oscilación térmica entre estaciones y, sobre todo, por los periodos de heladas prolongados. El objetivo de la coexistencia de las dos variedades es el de de comparar ambas de cara a la producción, ya que en los sistemas tradicionales de plantación suelen ser productivas pero no existen referencias sobre su comportamiento en superintensivo.
De la variedad Soleta cuentan con aproximadamente 1.666 árboles/ha, con dos marcos de plantación de 4×1,5 m (de la primera plantación) 3,5×1 m (más intensiva, 2.800 árboles tras comprobar que se podía reducir el marco de plantación). Por su parte, la variedad Guara está representada por 1.900 árboles/ha a una distancia entre árboles mayor (3,5×1,5 m), por ser una variedad más vigorosa. En total son 64.000 almendros con los que cuenta esta plantación.
Uno de los secretos de la plantación es el patrón utilizado en los árboles. Aunque la mayoría de viveristas recomiendan el uso de un patrón enanizante, Carceller asesorado por Antonio Poblador, viverista del Vivero de Abel (Caspe), nos comentó durante la entrevista que había elegido un patrón vigorizante para la plantación.
Tradicionalmente, el almendro se obtenía a partir de un portainjerto de Garrigue o Atocha. Pero en la actualidad se está extendiendo el uso de patrones como GF677 y GxN15 (popularmente conocido como Garnem).
Debido al gran condicionante del suelo de la plantación, para sus variedades Guara y Soleta, decidieron elegir estos dos patrones vigorizantes. Los pies consiguen contrarrestar el tipo de suelo débil y pobre de la finca, ayudando a una rápida formación del árbol y entrada en producción. Carceller reconoce que, a pesar de ser obtenidos con los mismos pies, debido a los diferentes tipos de suelo de la finca (hasta siete tipos), los almendros se comportan de manera distinta, dando en ciertas ocasiones, un mejor resultado productivo y vigoroso que en otros.
En la actualidad, Carceller y Poblador trabajan en el estudio de una veintena de variedades de almendro, con ocho patrones diferentes, entre ellos, patrones enanizantes encaminados a conseguir una alta densidad de la plantación.
Al visitar la plantación, destaca el desarrollo vigoroso de los almendros de tan sólo dos años de edad, cargados de yemas de flor y con diferencias altamente significativas respecto a los almendros en plantaciones tradicionales que se desarrollan en las fincas colindantes.
Los almendros son regados por medio de un sistema de riego por goteo. Durante el diseño de la plantación decidieron poner dos tuberías por línea en vez de una, de cara al futuro, para un mayor aporte de agua de riego si fuera necesario. Por el momento, los árboles tienen poco desarrollado el sistema radicular y bajas exigencias hídricas. Carceller comenta que también realiza restricciones de riego, pero sólo en verano (junio y julio) para promover la formación de más yemas de flor.
El abonado se realiza por fertirrigación. Debido a la escasa información a este respecto en un sistema superintensivo, los almendros de Carceller son abonados de forma muy variable, con una menor cantidad de abono de lo esperable. Lo más característico de su forma de abonar es que tiene un especial cuidado en incluir los principales microelementos que necesita el árbol. En cuanto al abonado nitrogenado, reconoce que intenta controlarlo de forma estricta, ya que durante los primeros años, a pesar de tener una alta demanda de nitrógeno, no le interesa aplicar grandes dosis que provoquen una acumulación excesiva de madera.
Entre las calles de la finca practican el desbroce y aplican tratamientos herbicidas, generalmente pre-emergentes, para el control de vegetación adventicia. Durante el primer año también realizaron un tratamiento con Roundup (de Monsanto), seguido de dos tratamientos a base de cobre en invierno.
Además del vigor que proporciona el portainjerto, el vigor de los almendros de Carceller se consigue por un sistema bautizado por él mismo como la “no poda”. Este empresario reconoce que no quiere frenar el crecimiento del árbol, ya que busca una alta producción.
Todos los árboles de la plantación de almendros cuentan con una caña vertical, a modo de eje, que funciona como tutor del árbol. Esta caña, de longitud 2,40 m, es introducida bajo tierra a una profundidad de 40 cm, sobresaliendo a una altura de 2 m.
La primera versión de la “no poda” que realiza Carceller consiste en dejar que el árbol se desarrolle libremente, pero atando las dos ramas laterales de los árboles contiguos con un sistema de bridas de PVC. Como comenta Carceller, el propio árbol la romperá al engrosar la rama durante el crecimiento, hecho que no le preocupa, ya que lo consideraría similar al corte limpio que se produce con las tijeras de poda. La forma de colocar las bridas se realiza redirigiendo las ramas de tal forma que se consiga la mayor cantidad de yemas de flor posibles. En una segunda versión, no realiza el atado con bridas, sino que deja que el árbol se desarrolle libremente, a pesar de ser consciente de que en un futuro tendrá que recurrir a la poda. Por ello, en la actualidad investiga la mejor manera de realizarla, de tal forma que se adapten a las características de su plantación.
Además, dispone de una parcela experimental, donde está probando nuevos marcos de plantación superintensivos para los almendros, con variables como los sistemas de “no poda” que realiza, para comprobar la rentabilidad de unos frente a otros en materia de producción y gastos de implantación y mantenimiento.
La recolección de la variedad Guara se realizará la primera quincena de agosto y un mes después, de la variedad Soleta, a través de una cosechadora cabalgante, aunque no descarta practicar la operación en un futuro con una cosechadora con barredoras.
En el sistema tradicional, el almendro suele comenzar a producir a partir del quinto año, pero gracias al vigor que ha conseguido en sus almendros, espera que a partir del tercer y cuarto año se consiga una producción aceptable. A pesar de que en la actualidad éste es el segundo año de la plantación, Carceller ha estimado una producción de 800 a 1.200 kg/ha de pepita.
En el estudio económico de la plantación a diez años, realizado por el empresario, la media orientativa de producción se ha fijado en 2.000-2.200 kg/ha de pepita, a pesar de que un estudio publicado en 2013 por el IRTA sobre ensayos similares, conseguía una producción media de 3.500 kg/ha. Carceller reconoce que no ha querido llegar a esos volúmenes en este año, ya que busca la rentabilidad de la plantación a diez años.
Por el momento, está investigando los posibles canales de venta para comercializar su almendra, aunque posiblemente la venta se realizará directamente al consumidor o a las cadenas alimentarias.
Como por el momento está teniendo buenos resultados con el almendro, Carceller quiere probar el mismo sistema con otros árboles frutales. Por este motivo, en febrero de 2014, el empresario comenzó una plantación en superintensivo de albaricoque de 24 ha, que coexiste en la misma finca que la plantación de almendro y que presenta el mismo sistema de “no poda” con atado.
Otro proyecto futuro es el de ampliar la plantación de almendro, que contará con un mayor número de árboles. Carceller reconoce que una de sus mayores preocupaciones es la demanda del mercado en cuanto al impulso de las nuevas variedades en detrimento de otras, por lo que la planificación del proyecto inicial no fue a largo plazo, sino a 10 años aproximadamente.
Carceller es un agricultor innovador que piensa en el futuro. Por ello, prevé lanzar al mercado nuevas variedades de almendro producidas en sus fincas. Ya tiene la documentación entregada a la DGA para comenzar con un campo de ensayos propio de nuevas variedades y llegar a ser algún día un productor de almendra con una variedad propia inscrita en el registro de patentes.
FUENTE: http://www.innovagri.es/comunidad/la-plantacion-de-almendro-en-superintensivo.html