“EL PROBLEMA NO ES PRODUCIR MÁS, SINO PRODUCIR MEJOR Y REPARTIR MEJOR”

El sector agrícola es esencial para garantizar la seguridad alimentaria. Producir alimentos asequibles, sanos y respetuosos con el medio ambiente obliga a cumplir con una legislación cuyo origen suele estar en directrices europeas. Javier López Cepero, ingeniero agrónomo y coordinador del Departamento Técnico de Coplaca, expone algunos aspectos sobre dicha materia en esta entrevista.

¿Un suelo sano es un suelo vivo?

Para que una planta funcione es imprescindible que el suelo esté en condiciones y, en ese sentido, sí podemos identificar un suelo sano con un suelo que tiene vida. La práctica que se hacía antes de desinfectar un suelo para plantar después se ha demostrado ya que no tiene mucho sentido y que es mucho mejor incrementar la vida del suelo mediante la incorporación de materia orgánica, los abonos verdes, y una serie de prácticas que lo que consiguen es que esa vida del suelo se exprese y luego se traduzca en una planta mucho más sana.

¿Por qué la materia orgánica del suelo es tan importante?

Es importante porque cumple muchas funciones. Cumple una función estructural, sirve para mantener el suelo agregado, mantener el suelo aireado y que la raíz y que los propios organismos puedan vivir bien. Además, porque supone un aporte muy completo de nutrientes. Cuando nosotros utilizamos un abono químico estamos aportando nitrógeno o fósforo, potasio, cosas concretas, mientras que una materia orgánica en la composición de nutrientes es muy amplia y facilita mucho más la nutrición de la planta y de los microorganismos.

¿Los suelos son un aliado de la seguridad alimentaria?

Los suelos pueden jugar un papel muy importante. Algunas de las actividades de los microorganismos del suelo sirven para descontaminar. Hay un ejemplo muy claro, que es como el proceso de compostaje, que en cierto modo reproduce a gran velocidad lo que ocurre en el suelo, es capaz de degradar plaguicidas. Se han hecho algunos ensayos en los cuales se ha elaborado compost con material vegetal tratado con plaguicidas y se ha visto que ese proceso de compostaje acelera muchísimo la degradación. Con lo cual se puede entender que la microbiología del suelo o la microbiología del compostaje sí es un aliado en buscar un suelo y unos alimentos más sanos.

Con una población mundial que prevé alcanzar los 9.000 millones en el año 2050, garantizar la seguridad alimentaria exige importantes avances en cuanto a productividad agrícola, competitividad…

Hoy en día se han alcanzado unas productividades prácticamente óptimas. Quizás lo que es necesario es mejorar el reparto y la distribución de los alimentos. En Canarias hemos tenido algunas semanas de superproducción de plátanos. Tenemos un ejemplo muy concreto de cómo no es problema de producir más, sino tal vez de producir mejor y de repartir mejor. De hecho, en el sector platanero una de las cosas que más nos preocupan es poder ajustar esa demanda del mercado a la oferta de producción. Hay ocasiones que por razones meteorológicas no es posible, pero es uno de los objetivos. No es tanto mejorar la productividad como mejorar la planificación de esa producción y la distribución después.

¿Los peligros de contaminación química en la cadena alimentaria agrícola pueden tener su origen en los residuos de los plaguicidas?

Es un tema que ya está muy controlado, la normativa deja muy claro qué productos fitosanitarios se pueden utilizar en cada cultivo, en qué condiciones, en qué dosis y con qué plazo de seguridad. Debemos entender que en una agricultura profesional, como es la europea, no debería haber problemas de este tipo. Hay dos cosas que debemos resaltar. Una es la de las producciones que vienen de fuera de Europa, simplemente se limita el contenido en residuos pero no se está controlando cómo se ha cultivado, qué condiciones de seguridad laboral tienen esos trabajadores, cómo afecta al medio ambiente esa producción… solo se controla el producto final. Otra cuestión a tener en cuenta es que todavía queda alguna agricultura que no es profesional. Y no estamos hablando de fuera de nuestro ámbito, sino en Canarias, donde posiblemente no se ha llegado a asesorar completamente al “agricultor” de cómo debe usar esos productos. Hay una labor buenísima que están haciendo las agencias de extensión agraria, en los diferentes cabildos, pero hay mucho más por hacer en el sentido de concienciar a ese pequeño agricultor de fin de semana, de mercadillo, de la importancia de cumplir con la normativa.

¿Qué puede hacer el agricultor para cumplir con esa normativa?

Hay un símil muy parecido que es el de automedicarse. En este caso ocurre lo mismo, un agricultor que tiene un problema de plaga o enfermedades tiene que tener en cuenta que hay unos servicios de asesoramiento y, en su defecto, la etiqueta del producto fitosanitario. Son un poco las pautas que hay que seguir para utilizarlo y, además, hoy en día para utilizar cualquier producto fitosanitario hay que estar en posesión del carné de aplicador de fitosanitarios, donde se ha recibido la formación adecuada para usar bien ese producto.

¿Qué puede aportar el sector platanero a otros sectores?

Muchísimas cosas. El sector platanero tiene un historial importante en el camino de la seguridad alimentaria. Es un sector que desde que se liberalizó el mercado en el año 1993 se ha visto obligado a actualizarse y a “ponerse las pilas” para cumplir con los estándares que le demandaban los propios clientes. Hoy en día el sector platanero es el que está más avanzado en cuanto a producción integrada. Es el sector que tiene mas porcentaje de producción integrada, lo cual implica una garantía de seguridad alimentaria. Es el sector más tecnificado, prácticamente todas las cooperativas o SAT que producen plátanos tienen un técnico para asesoramiento. También hay un trabajo importante en cuanto a irse adelantando a lo que va pidiendo el mercado y la normativa. Hay un Real Decreto de uso sostenible de plaguicidas del año 2012 que marca una serie de pautas que el sector platanero ya venía aplicando desde el año 2005 y 2006. En este sentido, va por delante de la normativa.

¿Agricultura ecológica, integrada… o las dos?

Son dos cosas diferentes. Hoy en día podemos distinguir tres tipos de agricultura. Una agricultura que cumple con la normativa básica, en la que todos los agricultores, en cuanto a fitosanitarios, tienen que utilizar solo productos autorizados en las condiciones que marca la normativa. Luego está la producción integrada, en la cual ese uso de fitosanitarios tiene que basarse en un criterio técnico. Tiene que haber visitas a fincas y registros en un cuaderno de forma que quede perfectamente demostrado cuál ha sido el manejo técnico de esa finca. Por último, está la agricultura ecológica, que es un paso mucho mas allá. La agricultura ecológica tiene un reglamento único para toda la UE, que implica la no utilización de insumos químicos. Aprovechar al máximo los recursos naturales, fertilizar con materia orgánica, con compost, con rotación de cultivos. En cuanto a tratamientos fitosanitarios, no utilizar tratamientos de síntesis producidos en laboratorio sino utilizar productos naturales, como pueden ser azufres, aceites, jabones, etc.

FUENTE: http://eldia.es/canarias/2017-02-27/4–problema-es-producir-sino-producir-mejor-repartir-mejor.htm

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