EL OLOR DE LA GUAYABA SEDUCE AL PICUDO

Es la primera vez que en Colombia se identifica en el picudo una feromona que se activa con el olor de la guayaba. El hallazgo se convierte en una alternativa más para el manejo integrado de esta plaga.

Un factor determinante en la nefasta acción de dicho insecto, conocido científicamente como Conotrachelus psidii Marshall, tiene que ver con el aroma de la guayaba en los diferentes estadios de su proceso de maduración.

Cuando las feromonas de los picudos se activan, los machos envían señales a otros adultos de ambos sexos para avisarles que su hospedera está lista para ser colonizada.

“Los elementos químicos responsables de las interacciones se conocen como semioquímicos; la mayoría son compuestos orgánicos volátiles (sustancias que se difunden fácilmente en el ambiente) detectados por el olfato del insecto”, explica Alicia Romero Frías, doctoranda en Ciencias–Química de la U.N., quien indagó sobre dichos atrayentes naturales y su influencia en el comportamiento del picudo.

Su investigación ha permitido, por primera vez en Colombia, detectar, aislar, identificar, caracterizar y sintetizar los componentes de la feromona del insecto.

“Se trata de la feromona de agregación, constituida por dos compuestos orgánicos volátiles que poseen estructuras cíclicas tipo monoterpenoide y que al parecer son producidos por el insecto a partir de alguno de los compuestos que consume de su hospedero natural”, explica la experta.

Uno de estos ya había sido identificado en otro insecto de una especie diferente, pero de la misma familia: curculionidae; en tanto que el otro nunca antes había sido reportado.

El hallazgo podría convertirse en una alternativa sostenible, segura, confiable y de bajo costo para el manejo integrado de esta plaga, cuya nociva presencia fue reportada, primero, en la llamada hoya del río Suárez (conformada por 13 municipios, cinco de Boyacá y ocho de Santander); después, en el Meta; y en el 2009, en Valle del Cauca.

Picudo y guayaba: atracción fatal

Para el estudio se utilizó 2.500 ejemplares, la mayoría recolectados en una finca ubicada en la vereda Popoba Sur, en el municipio de Puente Nacional (Santander).

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El trabajo implicó tres etapas: identificación de los compuestos orgánicos volátiles emitidos por el propio insecto y los provenientes de los diferentes estadios de desarrollo de la guayaba; evaluación de la interacción entre los compuestos identificados y el picudo de la guayaba; y, finalmente, ensayo de una alternativa para la captura del gorgojo en campo, basada en la atracción de los semioquímicos identificados.

Primero se extrajo los compuestos volátiles de la guayaba en cada una de sus fases de desarrollo (botón, flor y fruto), teniendo en cuenta que el Conotrachelus psidii Marshall desarrolla su estado larvario en el fruto, se alimenta de la semilla, la petrifica y la madura prematuramente. Simultáneamente a los compuestos de la guayaba, también se obtuvo los de los insectos.

De esta manera, identificó tres compuestos orgánicos volátiles presentes en todas las fases de desarrollo de la guayaba, los cuales se hicieron más latentes en la yema floral (botón) y el fruto verde (no mayor a 2,5 cm), donde se ha reportado presencia del picudo.

De los elementos encontrados, dos se detectaron en el insecto, lo que sugiere que funcionan como cairomonas, es decir, sustancias provenientes de la planta que tienen efecto sobre él. Adicionalmente, se identificaron dos compuestos liberados por los machos, lo que indica que se trata de la feromona de agregación.

La experta también encontró, tras una serie de pruebas electrofisiológicas y de comportamiento, que el picudo siente atracción hacia algunos compuestos orgánicos volátiles provenientes de la planta y del propio insecto, reacción que confirma su participación como semioquímico de la especie.

Tales compuestos podrían ser utilizados para la detección y el monitoreo del insecto-plaga. Por ejemplo, “servirían como indicador para establecer en qué momento aplicar los insecticidas, de manera que no se haga de forma indiscriminada, como sucede ahora, con toda la implicación ambiental y económica”, afirma Alicia Romero.

Según la doctoranda, los curculionídeos usan feromonas de agregación en su comunicación. Estas conducen a la asociación de miembros de ambos sexos y su respectiva acumulación sobre una fuente de alimento, situación que permitiría su uso como cebo en una trampa.

Dentro de la investigación, se probó un diseño de trampa y varios liberadores de las sustancias halladas en campo para establecer su efectividad.

La ingeniera desarrolló parte de su tesis en Brasil, gracias a los recursos obtenidos del Premio Nacional L’Oréal-Unesco-Colciencias-Icetex, donde fue una de las dos jóvenes investigadoras galardonadas en el 2013.

FUENTE: agenciadenoticias.unal.edu.co

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