¿Cuándo se estresa un tomate? Se siguen confirmando los beneficios de las micorrizas y la existencia de una comunicación química entre las plantas y su entorno.

Los vegetales no hablan, pero tienen su propio lenguaje. Y los científicos lo entienden.“Las plantas se estresan cuando las pones en un ambiente hostil, o por infecciones o por contaminación atmosférica”, explica Matilde Barón, directora de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ), un instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que desarrolla tecnología punta para la agricultura y la ganadería ecológicas. En algunos cultivos, ese estrés se traduce en un aumento de la temperatura de las plantas que al ser detectados permiten descubrir sequías o plagas. España investiga para consolidarse como principal productor del continente de este tipo de alimentación, que en 2021 estrenará nueva legislación europea.

Barón dirige este centro de Granada e investiga sobre plantas febriles. Enfundada en su bata blanca, muestra unas cámaras donde experimentan con tomate y maíz bajo dos condiciones de cambio climático: en una cámara, alta temperatura y sequía; en otra, añaden además dióxido de carbono (CO2). “Ponemos un factor de protección, hongos que forman micorriza –simbiosis entre hongo y raíces–, que favorece que la raíz sea más grande y absorba más agua y nutrientes, y vemos cómo la micorriza protege frente a ese estrés”, explica la científica.

El científico Emilio Benítez realiza un experimento con tomates en la Estación Experimental del Zaidín del CSIC.

Estos avances se aplican luego en la agricultura y la ganadería ecológica, que no puede usar producto de síntesis químicas –como abonos, pesticidas o piensos– ni transgénicos. Usando drones con cámaras térmicas e hiperespectrales (que recogen el espectro electromagnético) miden la diferencia de temperaturas para llegar a una detección temprana de las enfermedades de los cultivos. En España, se ha aplicado en plantaciones de aguacates de la Costa Tropical (Granada) para descubrir de forma temprana qué ejemplares sufren un hongo que seca las raíces. También se ha usado para determinar qué olivos pueden padecer la temida Xylella, una peligrosa bacteria que ataca a estos árboles. La tecnología se ha exportado también a Estados Unidos.

Una de las señales que emiten los vegetales es la fiebre, pero no es la única. “Cuando una planta es atacada por una plaga, pide ayuda en forma de emisión de volátiles, es decir, de olores. Y esos olores son identificados por el enemigo natural de la plaga. Es un proceso biológico del que nosotros queremos sacar provecho”, cuenta Emilio Benítez, científico de la EEZ. Benítez muestra tres plantas de tomate cubiertas por una campana de cristal a las que inoculan una plaga, una oruga que se llama rosquilla y es un factor de estrés para la tomatera. De cada campana sale un tubo que llega a otra habitación. Allí se introduce un enemigo natural de la rosquilla, la chrysopa (otro insecto) y se ve cuál de los tres tubos elige. “El tipo de suelo puede modificar estas señales haciéndolas más o menos intensas, así podemos determinar si la planta que tiene micorriza lanza una señal de ayuda mayor”, añade el investigador.

Otra señal vegetal son las variaciones hormonales. “Hemos descubierto que los microorganismos pueden potenciar el sistema inmune de las plantas y así, por ejemplo, el tomate resiste mejor las plagas”, señala María José Pozo, científica del centro granadino. Lo demuestra poniendo la raíz de un tomate en el microscopio. “La planta acomoda al hongo y ajusta su respuesta de defensa, y hay cambios hormonales que llevan a que responda mejor a las enfermedades y a los ataques de los insectos. Inoculamos con estos hongos y vemos que hay simbiosis, y luego vamos cambiando parámetros para ver cuándo es más beneficioso”, añade.

En la Estación Experimental del Zaidín también estudian cómo reducir el impacto de la ganadería en el medio ambiente para hacerla más ecológica. “El ganado produce mucho metano, que es un gas de efecto invernadero, y nosotros tratamos de reducirlo cambiando la alimentación de los animales a partir de subproductos agrarios que tenemos en la zona, como los restos de chirimoyas o aguacates”, dice Rosa Nieto, del departamento de Nutrición animal. Pero no solo se pueden controlar las flatulencias del ganado. “Hemos averiguado que la betaína, presente en la remolacha, reduce la proporción de grasa en el cerdo ibérico y estamos probando qué tipo de alimentación reduce el estrés por calor en estos animales”, continúa. “Además, hemos descubierto que los compuestos derivados del ajo mejorar la salud intestinal de los pollos”.

Otro de los 16 institutos del CSIC que investigan en Ciencias Agrarias es el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS), en Córdoba. “En nuestras instalaciones hemos desarrollo del cereal tritordeum, un híbrido entre un trigo antiguo con una cebada”, señala Helena Gómez Macpherson, vicedirectora de la institución. “Tiene unas características de calidad que lo diferencian de otros cereales, da al pan un tono más rústico, y ya se usa en muchas panaderías ecológicas y tradicionales”, añade. En el IAS se investiga también para mejorar la eficiencia del regadío y reducir su impacto en el medio ambiente, un conocimiento que se ha llevado a la zona del Sahel, en África.

Un científico revisa plantas de tomate y maíz estresadas con calor y sequía.

Principal productor europeo

La Oficina del Parlamento Europeo en España celebró a finales de noviembre un seminario sobre Producción y alimentación ecológica en Europa, precisamente en Granada. “No estamos aquí por casualidad. España es el primer productor de agricultura ecológica de Europa, y Andalucía supone casi el 50% de esa producción”, dijo el eurodiputado del PP Juan Ignacio Zoido, quien avanzó que la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) puede estar terminada “en los próximos meses” o, como mucho, a final del año que viene. Mientras, la eurodiputada socialista Clara Aguilera animó a los agricultores “a ir hacia la agricultura ecológica, que es una opción cada vez más demandada por los consumidores”. La visita a la EEZ se incluyó en este seminario.

María Andrés, directora de la Oficina en España del Parlamento Europeo, recordó que la institución comunitaria aprobó el año pasado una nueva legislación para este sector que entrará en vigor en 2021. “La norma busca aumentar la confianza de los consumidores en este tipo de alimentación y poner los mismos controles a los productos que vienen de fuera. También pretende garantizar la calidad de los alimentos, así como la protección del medioambiente y el bienestar de los animales”, señaló. Los Eurobarómetros muestran que todavía hay desconocimiento sobre este tipo de productos: “La gente ve que esta alimentación es mejor para su salud pero no que cuida más el medioambiente”. Andrés destacó que España es un gran productor pero exporta la mayor parte de estas materias: “Más del 10% de lo que consumen los daneses es ya biológico, mientras que en los españoles no alcanza el 3%”. El sector agroalimentario ecológico superó en 2018 los 25.000 millones de euros en ventas minoristas en la Unión Europea.

 
 
 

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