Un gorrión en vías de extinción por culpa de las malas prácticas agrícolas
No tiene la imagen de marca del lince ibérico, ni el gancho publicitario del oso pardo o la fuerza simbólica del águila imperial, por eso su declive acontece en el más triste de los anonimatos. Es el gorrión molinero, para muchos amantes de la naturaleza el pájaro más bello de nuestros campos y uno de los más discretos.
El gorrión molinero (Passer montanus) debe su nombre por la predisposición que muestra la especie en habitar lugares próximos a molinos de cereal, pajares y granjas dónde asegura su comida; el grano. Aunque también se adentra en sotos y bosques de galería, dónde aprovecha los huecos de los troncos para hacer sus nidos. En las casas de campo ocupan los espacios entre las tejas y las juntas de las vigas de madera.
Al contrario que su primo de ciudad el gorrión común (Passer domesticus), el molinero no muestra diferencias entre macho y hembra. Se distingue de aquel por el característico capirote de color chocolate y por sus destacadas mejillas, de color blanco puro y con unas marcas negras, como grandes lunares, que permiten identificarlo claramente.
Estrechamente vinculado a las actividades agrícolas y el entorno del medio rural, es un pájaro mucho menos urbanita que el gorrión común, aunque en los últimos años parece estar buscando su último refugio en nuestras ciudades.
Porque este elegante pardal viene mostrando un acentuado declive en el campo como consecuencia de la industrialización de la actividad agrícola y la utilización indiscriminada de plaguicidas. Unas amenazas que podrían llevarlo a incorporarse en muy breve tiempo al listado de especies en peligro de extinción.
La organización conservacionista SEO/Birdlife, que dedica buena parte de su labor al estudio y la conservación de las aves silvestres y sus hábitats, estima el descenso de sus poblaciones en los últimos veinte años en un 20%. Sin embargo algunos ornitólogos expertos como Ramón Elósegui han alertado que el declive de la especie en el medio agrícola podría superar ya el 99%, lo que supone su práctica desaparición de los campos de cultivo.
La gran esperanza del gorrión molinero, y del resto de aves vinculadas al medio rural que están en plena caída libre, es el urgente abandono de los agroquímicos y las malas prácticas agrícolas que están convirtiendo el campo en una sucesión de parcelas industriales, sobreexplotadas y sin rastro de vida espontánea, donde tan solo crecen las plantas que nos sirven de alimento. Un cambio de modelo en la producción agraria que permita avanzar hacia una agricultura sostenible y respetuosa con el entorno.
Para promover los avances hacia esa agricultura sostenible basada en el ahorro de agua, la reducción en el uso de agroquímicos, la eficiencia energética, el fomento de las renovables y el respeto a la naturaleza, la pasada semana se celebraba una nueva edición del Día Nacional de la Agricultura Sostenible (24 de noviembre, una data propuesta por Knorr, la marca internacional de alimentación de Unilever, con el apoyo del Ministerio de Agricultura.
Una de las propuestas más importantes de la agricultura sostenible es ayudar a la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad que acogen. Por eso desde Knorr se trabaja en colaboración con SEO/Birdlife para estimular la presencia de las aves en el entorno de los campos de cultivo y beneficiarse de su importante papel en el control biológico de las plagas. Para ayudar a los pájaros se distribuyen cajas nido en los árboles que rodean las fincas, se favorece que las plantas silvestres que les proporcionan alimento crezcan en los ribazos, se instalan muros de piedra seca o se ubican charcas artificiales, entre otras acciones.
Ayudar a las aves de campo para recuperar el equilibrio natural de las tierras de cultivo y abandonar el uso indiscriminado de plaguicidas. Ésta puede ser la última oportunidad para frenar el declive del gorrión molinero y del resto de especies que están desapareciendo de un medio rural cada vez más inhóspito para la vida silvestre.
FUENTE: lavanguardia.com