La procesionaria acelera su expansión por el cambio climático
La procesionaria del pino, uno de los principales problemas a los que se enfrentan las masas forestales de la Península, ha encontrado en el cambio climático un inesperado aliado. Las altas temperaturas favorecen su expansión, lo que podría extender las poblaciones de este lepidóptero hacia hábitats que hasta ahora permanecían a salvo de su devastadora acción.
Así lo considera Mireia Banqué, técnica del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) de Catalunya, que destaca que “antes, la procesionaria tenía un límite altitudinal, por encima del cual hace demasiado frío como para que esta especie se encuentre a gusto”. Este límite coincide más o menos con las zonas donde crece el pino silvestre (Pinus sylvestris), que es la víctima ‘favorita’ de la procesionaria y donde más estragos está causando en Catalunya.
De continuar la tendencia al calentamiento y la progresiva subida de la temperatura media, la procesionaria escalaría por encima de la cota donde empieza a aparecer el pino negro (Pinus uncinata), que hasta ahora ha permanecido a salvo por crecer en un ambiente demasiado frío para este insecto.
“El cambio climático puede estar haciéndole un favor a la procesionaria, porque las altas temperaturas favorecen su expansión”, señala Banqué, que recuerda que, precisamente, en 2016, año en que se vivió una excepcional sequía, la procesionaria experimentó un auge muy notable. Ello demuestra que esta especie vive mejor en ambientes cálidos.
Es entonces, con las temperaturas adecuadas, cuando no solo expanden su ámbito territorial, sino también su número de efectivos en cada árbol, lo que redunda en una destrucción más rápida de los bosques. “ Con más calor se encuentran más cómodas, están más activas y comen más”, señala la técnica.
En Catalunya la procesionaria se ha convertido una vieja conocida y tanto expertos como población rural parecen resignarse a convivir con ella, confiando en que las condiciones climatológicas, al menos, no disparen sus poblaciones.
Sin embargo, el CREAF ha comprobado que durante los últimos 14 años la tendencia es a un claro aumento, pues se ha pasado de 89.000 hectáreas de bosque afectadas en Catalunya en el año 2008 a 114.000 en 2021. Se trata de un aumento que, sin embargo, ha tenido picos aún más exagerados, como los que se registraron en 2016 y 2017, cuando la superficie afectada fue, respectivamente de 156.000 y 159.000 hectáreas.
En esos años, no solo se registraron más hectáreas afectadas, sino que la intensidad con que atacaron el bosque atacado fue mayor.
Mireia Banqué es además la coordinadora de Alerta Forestal, una iniciativa de ciencia ciudadana que consiste en una red de voluntarios cuya única misión es la de notificar aquellas observaciones de procesionaria que hagan personalmente. De este modo, es posible realizar un seguimiento amplio y detallado de esta plaga, sobre todo gracias a la puesta en marcha de una app que desde el móvil permite informar a sus coordinadores sobre la ubicación y características básicas del nido o insecto detectado.
Aunque todavía es pronto para anticipar cuál será el comportamiento de la plaga para el próximo año, las perspectivas no son buenas. Mireia Banqué señala que en el proceso biológico de este insecto, que atraviesa varias fases de desarrollo, es básico lo que suceda en otoño, pues con temperaturas cálidas favorecen su crecimiento. “Este otoño, de momento, ha sido muy seco, con una gran sequía. En cambio, cuando hace frío, muchas mueren. Es una especie a la que el frío la influye mucho”, explica.
Efectos sobre animales y personas
Las orugas de procesionaria pueden ser también peligrosas para personas y animales. Cuando son polillas son inocuas para el ser humano, es solo durante su desarrollo como oruga que se debe tener cuidado con este insecto. Las polillas buscan pinos o robles en las noches de verano, ponen racimos de huevos y así comienza el proceso.
Es cuando salen de los árboles que la mayoría de las personas y las mascotas entran en contacto con las orugas, que pueden traer consecuencias muy dolorosas porque sus pelos producen urticaria, este es su mecanismo de defensa contra los depredadores, según el portal procesionaria.net.
Los niños y adultos no deben acercarse demasiado cuando vean un nido de procesionarias. Cuando los humanos entran en contacto con estos pelos, pueden sufrir reacciones que van desde una leve inflamación, irritación, dificultad respiratoria hasta un shock anafiláctico grave.
Si los pelos entran en contacto con su piel, se forma una erupción que puede causar picazón, dolor, enrojecimiento y ardor que puede durar hasta tres semanas. Si se tiene algún contacto con estos insectos, se debe acudir al hospital más cercano para la atención del paciente.
Las mascotas como perros y gatos también son víctimas de las procesionarias ya pueden acercarse demasiado a las orugas y tener contacto con los pelos a través de las patas. Las van a lamer cuando les empiece a picar. Una vez que los pelos estén en la boca les producirá picazón, inflamación e incluso vómitos. Hay que estar atento a los síntomas de pequeñas manchas blancas en la boca y en la lengua, babeo excesivo y malestar al masticar. El tratamiento rápido realizado por un veterinario es imprescindible.
Web del CREAF: http://www.creaf.es/es
Web de Alerta Forestal: http://www.alertaforestal.com/es/
FUENTE: La procesionaria acelera su expansión por el cambio climático (Verde y Azul)
Autor: Joan Lluís Ferrer
Etiqueta:biodiversidad, cambio climático, procesionaria