Los 80 pétalos del dinero
Rentabilizar una inversión de 65 millones de euros no parece fácil si el negocio elegido es el cultivo de flores en un lugar (Soria) que carece de cultura de producción y en un país (España) que es uno de los peores consumidores de este producto en Europa. El empresario Luis Corella intenta demostrar que ganar dinero es posible con un invernadero de cristal que ocupa 14 hectáreas a la orilla del Duero, en el pueblo de Garray. Allí se cortan cada día entre 90.000 y 120.000 rosas de la variedad patentada Red Naomi, una planta cultivada en Europa desde 2006 y que es ahora la más importante dentro del segmento de rosas rojas de alta gama. Tiene un color rojo intenso, una cabeza de flor muy grande con pétalos aterciopelados y aroma sutil. Al mismo tiempo es lo suficientemente robusta para permanecer unos 15 días en perfectas condiciones sin que los pétalos, más de 80 por flor, se desprendan.
Corella llegó al negocio desde el cultivo de tomates en invernaderos de cristal en México, donde estuvo trabajando 18 años para servir al mercado estadounidense. De la mano de dos fondos de inversión (los mayoritarios en la compañía, de la que él posee un tercio) encargó la construcción del complejo a la empresa Dalsem, que trabajó junto al centro de investigación y desarrollo de plantas de la Universidad holandesa de Wageningen (especializada en estudios de medio ambiente). “Empezamos a producir en abril y vendimos 28 millones de rosas en 2017. En este año fiscal [que va de agosto a julio] esperamos facturar unos 20 millones”, describe Corella.
Su objetivo pasa por suministrar 40 millones de rosas anuales a precios que varían según la calidad, que a su vez depende de la madurez de las plantas. El 45% de los ramos que cortan son de la clase A1, la más valorada, que se vende a un precio que ronda los 60 céntimos por flor. “La cotización ha aumentado un 8% en los últimos dos años”, indica Corella. Su mercancía pasa por la subasta que diariamente se celebra en la ciudad de Aalsmeer (Holanda), controlada por la cooperativa Royal Flora Holland, a la que Aleia Roses pertenece. “En la cooperativa trabajan unas 3.000 personas. Los compradores pagan semanalmente, no tenemos riesgo de volumen, porque vendemos todo, ni riesgo de crédito, porque todo se cobra”. Un club que les abre la puerta para acceder a compradores de todo el continente. “Piense que el mercado de flor de Europa es de alrededor de 8.000 millones, de los cuales 6.500 se negocian en Holanda. De ellos, 5.000 millones los genera Flora Holland. En los últimos 10 años el crecimiento de los precios ha sido de una media de un 6%”. Diariamente, dos camiones refrigerados salen con sus rosas rumbo a Holanda, desde donde se redistribuyen. Tardan 18 horas en llegar.
La competencia
San Valentín, el Día de la Mujer, San Jordi o el Día de la Madre son jornadas de mucho trabajo, como ocurre con la celebración de Todos los Santos o Navidad. Pero la competencia, en especial de flores de menor calidad y más baratas procedentes de Colombia, Ecuador, Etiopía o Kenia, aprieta. Para diferenciarse, la empresa soriana basa su negocio en un producto de cultivo respetuoso con el medio ambiente, con un bajo consumo de agua (unas balsas que recogen agua de lluvia hacen que en los últimos cuatro meses no hayan necesitado suministro externo) y que aprovecha las condiciones de la zona. “Soria nos da 2.200 horas más de luz al año y es un clima fresco por las noches, cuando la planta necesita que la temperatura baje a 16 grados”. El cultivo hidropónico se realiza con un circuito cerrado. “En un invernadero normal el 40% del agua se tira, aquí se desinfecta con rayos ultravioletas y se reutiliza”. Parte del valor de mercado que quieren imprimir a estas rosas está en la sostenibilidad. Ninguna persona sin estar debidamente esterilizada puede pasar al invernadero para no trasladar bacterias. Los insectos son los que sostienen el cultivo. “No utilizamos pesticidas, controlamos las plagas con insectos”.
¿Y la rentabilidad? “Esta flor solo se había cultivado en Holanda. Nadie, por experto que fuese, sabía cómo se iba a comportar aquí, y nosotros lo hemos aprendido. Teniendo en cuenta que hemos comenzado a producir en abril de 2017 el umbral de rentabilidad lo alcanzaremos en 2019 y la recuperación de la inversión tardará tres o cuatro años más”. Unas previsiones muy optimistas que se apoyan en una plantilla de 300 personas que se irá ampliando. “Hay un proyecto para construir otras siete hectáreas de invernadero. Además probamos variedades de otros colores”. Por el momento sus clientes son mayoristas, pero no descartan ventas directas, ahora que plataformas como Amazon han comenzado a vender productos frescos.
FUENTE: https://elpais.com/economia/2018/04/19/actualidad/1524160795_824131.html