EL DESPERTAR DE LA AGRICULTURA DIGITAL
Un laboratorio del MIT ha desarrollado un invernadero robótico del tamaño de una lavadora que permite cultivar frutas y verduras en un ambiente controlado minimizando los recursos necesarios y reutilizando el 70% del agua utilizada para el riego.
Alguien se imagina a un famoso chef en un programa de cocina diciendo: «Para los tomates del plato de hoy, necesitamos que la humedad durante el cultivo no haya superado el 70%. No os paséis con el PH porque podéis estropear el plato. Eso sí, minerales y nutrientes, poned todos los que queráis». Es posible que la era de unos alimentos más personalizados y sostenibles pueda estar a la vuelta de la esquina.
Un dicho popular dice que en respuesta a las tragedias más oscuras, casi siempre brotan las ideas más brillantes. Este puede que sea el caso de Caleb Harper; investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT) que a principios de 2014 empezó a desarrollar la rústica idea de hacer que un ordenador pudiera producir comida.
Después de ver cómo el accidente en la planta nuclear de Fukushima, no sólo dejaba a muchos pequeños agricultores sin sus casas sino también sin tierra de cultivo durante generaciones, Harper llegó a la conclusión de que la sinergia entre el mundo digital y el mundo agrícola podía ser la solución a varios de los grandes problemas en el sector.
Con una población mundial esperada de alrededor de 9.000 millones de personas para 2050, y un creciente éxodo rural hacia las zonas urbanas, la producción agrícola se ha convertido en un tema cada vez más relevante en el ámbito internacional. Por ello, algunas potencias emergentes se apresuran en asegurarse los suficientes recursos para alimentar a su población, aún a expensas, en muchas ocasiones, de perjudicar las zonas donde estos recursos son cultivados.
Por otro lado, la creciente preocupación de países desarrollados como Estados Unidos por mejorar la calidad de su dieta y la gradual tendencia a adquirir productos orgánicos y naturales en supermercados y grandes superficies, revelan la ascendente preocupación por parte de los consumidores, no solo de qué es lo que compran, sino de cómo y cuándo ha llegado a ellos. Caleb Harper comenta al respecto:
«La única razón por la que tenemos manzanas en junio es porque han estado almacenadas durante un largo periodo de tiempo. En EEUU la vida media de una manzana puede llegar a los 14 meses».
«Si pensamos que en el momento en que recolectamos una planta esta empieza a morir, la mayor cantidad de tiempo que pase entre ese momento y el que llega a nuestro plato, menos saludable será para nosotros».
La solución que ofrece este investigador y su laboratorio (Open Agriculture Initiative Lab), es un dispositivo llamado «The Food Computer» (FC). Este invernadero robótico del tamaño de una pequeña lavadora, permite a través de una colección de sensores y actuadores, controlar tanto el clima como los recursos necesarios para hacer crecer y madurar todo tipo de plantas y vegetales en su interior. Con el objetivo de maximizar la frescura y la calidad de la comida, minimizando los recursos necesarios para producirla, este dispositivo no requiere de tierra para hacer crecer las plantas mediante el uso de un método llamado «aeroponía».
Con este método, las raíces permanecen a la intemperie y son rociadas con todos los nutrientes necesarios para que el vegetal crezca y se desarrolle. Esta técnica permite que alrededor del 70% del agua utilizada en el proceso pueda ser reutilizada ya que no se pierde en el terreno.
Uno de los conceptos principales detrás de la FC es la idea de las recetas climáticas (Climate Recipes), a semejanza de las recetas tradicionales, una receta climática es el conjunto de pasos e instrucciones que intervienen en el desarrollo de la planta y pueden ser alteradas para producir un tipo de planta única. Variables como el dióxido de carbono, temperatura, humedad, PH, etc. pueden ser controlados y personalizados por el dispositivo, dando lugar a diferentes tipo de patrones de crecimiento, color, tamaño e incluso sabor de la fruta o vegetal que se está cultivando en la FC.
A través del desarrollo de este tipo de dispositivos, los responsables del proyecto tienen la intención de construir una comunidad de usuarios, en la que crear y compartir este tipo de recetas sea posible. Harper comenta:
«Si tu vecino cultiva los mejores tomates, simplemente puedes copiar su receta y cultivarlos tú mismo». La posibilidad de que los usuarios de este tipo de plataformas no solo puedan monitorizar los avances de su propia cosecha sino que al mismo tiempo puedan compartir sus resultados con otros usuarios, permite llevar la idea detrás de este proyecto: Cultiva localmente desde cualquier parte, un paso más allá de las cadenas de distribución convencionales.
Especialmente en un momento, donde los modelos basados en envíos de comida a largas distancias (producción en origen) empiezan a ser cuestionados desde un punto de vista logístico y nutricional.
A pesar de que la tecnología detrás de la FC tiene el potencial para ser ampliada a dispositivos con mayores capacidades, por ejemplo, útiles para crear pequeños huertos que puedan alimentar a varias familias y pequeñas comunidades de vecinos, este tipo de dispositivos no están diseñados para cubrir todas las necesidades alimenticias de una familia media. Harper comenta:
«Cultivos de materias primas como el arroz o el trigo puede que necesiten otro modelo de producción, pero es posible que alrededor de un 30% de la dieta de una familia media pueda ser producida en ambientes urbanos con este tipo de tecnología».
Sin embargo, cuestiones como la viabilidad energética de este tipo de plataformas siguen planeando sobre el futuro de este tipo de soluciones. Los costes en la factura del granjero urbano serán uno de los elementos cruciales para la futura expansión de esta tecnología a un mayor número de usuarios.
FUENTE: http://agriculturers.com/despertar-la-agricultura-digital/