No hay manos para tanto tomate en Canarias

En julio, cuando las plantas de tomate se deben injertar y trasladar a los cultivos, saltaron todas las alarmas en el sector en Canarias al no encontrar con la facilidad de otros años la mano de obra necesaria para la zafra. Los productores han podido salir adelante para dar inicio a la cosecha acudiendo al boca a boca o incluso al Servicio Canario de Empleo, pero temen que, cuando la producción aumente, no cubran la demanda.

El portavoz de la Federación de las dos asociaciones provinciales de productores hortofrutícolas (Fedex y Aceto) de Canarias, Gustavo Rodríguez, lo resume así: “Otros años la gente se ha acercado a las empresas para ofrecer sus currículos y se forma una montaña de papeles”, pero esta vez “las carpetas han estado vacías”. 

Rodríguez ha explicado que durante el mes de julio el punto principal en todos los órdenes del día de las reuniones en el sector era la escasez de mano de obra, algo que desconoce por qué se ha producido este año. “Al acudir al Servicio Canario de Empleo se comprobó que sí había una demanda alta en el sector primario, pero esa demanda no se amoldaba a las necesidades del sector del tomate, algunos no tenían el carné de manipulador de alimentos y otros estaban cobrando subsidios”.  

La cosecha, que comienza a mitad de octubre y dura hasta finales de abril o principios de mayo, pudo comenzar e incluso ya se han producido los primeros envíos a Reino Unido y Holanda porque los empresarios “se buscaron la vida y tiraron de gente que ya conocían o del boca a boca”, relata Rodríguez.

Al inicio de la cosecha la planta aún no da un volumen alto de tomate como para tener que aumentar la mano de obra por hectárea, que está en torno a 2 o 3 trabajadores por cada 10.000 metros cuadrados, pero los productores temen que, si la producción aumenta, ya sea por el clima o por demandas del mercado, no puedan incrementar el número de empleados y llegar a mantener los 7.000 trabajadores con los que se sustenta el sector. “Tendríamos serias dificultades”, vaticina Rodríguez.

En 2007 hubo un precedente causado por el boom construcción, que absorbía la mano de obra que necesitaba el sector primario. Por ello, los productores, autorizados por el Servicio Canario de Empleo y el Ministerio del ramo, salieron a buscar mano de obra extranjera, concretamente “rumanos y polacos”, afirma Rodríguez, quien recuerda los problemas que tuvieron lugar en algunos municipios, como en el grancanario de La Aldea. Debido a la crisis, la mano de obra local que regresó al campo “tuvo algunos roces con los inmigrantes porque decían que les habían quitado los puestos de trabajo”. 

Para el portavoz de Fedex y Aceto, los trabajadores rumanos y polacos “no le habían quitado nada” a los isleños, porque “cubrieron una carencia que había en su momento y no se les podía largar cuando otros quisieran”. En cualquier caso, Rodríguez considera que “si hubiera que volver a buscar mano de obra extranjera porque aquí no hay suficiente, pues habrá que hacerlo. Además, lo demostraríamos, porque el propio Servicio Canario de Empleo ha comprobado que escasea”. 

La zafra, a buen ritmo

La zafra de esta campaña va a buen ritmo, con más volumen que la pasada temporada – cuando se exportaron 51.000 toneladas (un 6% menos que en2016/2017)-, según Rodríguez. Sin embargo, en el mercado los precios están muy bajos porque cada año por estas fechas hay una gran cantidad de oferta de tomate, sobre todo debido a que Holanda está terminando su campaña y tiene un amplio volumen de la fruta. “Hay que esperar hasta finales de octubre o principios de noviembre, cuando nuestra ventana se abre al mercado y el tomate canario empieza a tener rentabilidad. Así cubrimos el invierno”. 

Este sector, que ha pasado de ser la estrella del campo isleño a quedar muy relegado, recibirá 8,5 millones de euros pendientes de abono con cargo a  las ayudas del programa europeo Posei destinado a las explotaciones que siguen en producción, lo que supone un espaldarazo importante para un sector muy castigado. Rodríguez explica que los productores tienen un problema de liquidez durante la campaña porque desde el inicio de la siembra en junio hasta que se empieza a vender “todo son gastos” y esto solo se sufraga con los beneficios de la campaña anterior o con ayudas; de lo contrario, con dos cosechas que salgan mal “por el clima o los mercados”, un productor se ve obligado a abandonar sus cultivos porque “ha invertido todo su patrimonio”.

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