La oruga y la galeruca invaden Madrid: «Es la peor plaga de la historia reciente»

Madrid asiste a «la peor plaga» de oruga procesionaria y de la galeruca –también conocida como el escarabajo del olmo– «de su historia reciente». Así lo confirman expertos del Ayuntamiento de la capital. Dos son los hitos que han abocado a esta situación, como explica Santiago Soria, jefe de Servicio Biodiversidad del Consistorio: «Hemos tenido un invierno suave, que ha provocado menos mortalidad natural que otros años de estos insectos y, además, la temporada pasada no hemos tenido autorizado ningún producto químico para poder fumigar».

Europa es restrictiva con el uso de insecticidas en zonas como parques, colegios o residencias de la tercera edad. «No son productos cancerígenos, cada vez son menos tóxicos, de hecho se emplean en la agricultura, pero no se puede decir que sean cero peligrosos. Tienen cierto riesgo y por pequeño que sea no se debe asumir en lugares donde hay niños o personas mayores», matiza Soria, entomólogo. Desde febrero, la Unión Europea ha levantado el veto a los plaguicidas que esta temporada ya podrán utilizarse en espacios abiertos urbanos.

Campaña frustrada

La primavera anticipada ha frustrado la campaña de la corporación madrileña para eliminar buena parte de los bolsones donde se crían estos insectos. Cada nido cobija entre 150 y 200 orugas. El buen clima ha adelantado un mes el descenso de los pinos de la procesionaria para enterrarse en el suelo y convertirse en mariposa. Pese a este contratiempo, se están retirando entre 600 y 700 nidosdiarios en la ciudad, el doble que otros años donde las orugas no han sido tan numerosas.

La galeruca, en una imagen que colgó Ciudadanos en Twitter de Villaverde
La galeruca, en una imagen que colgó Ciudadanos en Twitter de Villaverde – Twitter

Ahora, los trabajos municipales se centran sobre todo en atacar a estos lepidópteros cuando bajan de los árboles: «Bien conduciéndolos desde el tronco hasta una bolsa para luego eliminarla, o ya en el terreno barriéndolos y destruyéndolos», apunta Soria. Para ello, existen unas brigadas de profesionales, protegidas con trajes especiales, guantes y gafas, que llevan a cabo las labores.

Alertan los especialistas de que las orugas son peligrosas, sobre todo para niños y mascotas. No se deben tocar ni manipular con palos porque lanzan sus pinchos. «Hace años se registraron casos de cegueras porque a alguna persona se le cayó el bolsón en la cara; también ha habido casos graves en perros, que se ha llegado a tener que cortar la lengua», comenta el profesional del Ayuntamiento. En caso de toparse con esta especie se ha de avisar al 010 para que la retiren.

Latina, Fuencarral, Villa de Vallecas, Puente de Vallecas y Villaverde sufren este año más intensamente la plaga de la galeruca. «Hay muchísimos. Aparecen diariamente por los marcos de las ventanas, cuando barres en casa, se meten hasta en las vitrinas, en la ropa que tendemos. Son una pesadilla. Y lo peor es que este año no han desaparecido en todo el invierno», manifiesta Juli Miranda, de la asociación vecinal La Amistad de San Luciano (Villaverde). Este escarabajo que se alimenta del olmo irrumpió en la región entre 2008 y 2009. Antes, los ciudadanos no conocían de su existencia.

El escarabajo del olmo

«Son plagas epidémicas. Cuando las condiciones son muy buenas aparecen millones, como la langosta. Cada hembra de la galeruca pone entre 200 o 300 huevos. No tenemos estudios ni de cada cuánto tiempo pasa ni cuánto dura. No sabemos si va a permanecer dos años o 22», informa Soria. Su compañero Antonio Morcillo, subdirector general de Conservación de Zonas Verdes, explica que este insecto molesto y desagradable no es peligroso como la procesionaria.

En Madrid hay más de 70.000 olmos siberianos. En 2018, el Ayuntamiento tampoco atacó esta plaga por la prohibición europea, pero tras el levantamiento del veto, dentro de un mes se actuará, con la autorización del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a través de la endoterapia con Vertimec. «Consiste en abrir unos pequeños taladros en el tronco para inyectar el insecticida y que vaya a la savia del árbol; de ahí, a las hojas. Cuando se alimentan las larvas de estas hojas, mueren», refleja. La intervención llegará dentro de un mes porque los olmos aún no tienen hojas. Este mismo procedimiento y producto se utilizará en los pinos para aniquilar a la procesionaria el próximo invierno.

Desde el Ayuntamiento, que gobierna Manuela Carmena, advierten de que no se puede abusar de los tratamientos a través de las perforaciones de los árboles, pues los debilitan. En el caso de los olmos, indican que no podrán actuar en el 100%de la especie porque es un procedimiento caro y agresivo. Aprovechan para hacer una recomendación: piden a los vecinos con pinos u olmos en su propiedad que realicen el método para evitar el contagio a otros árboles. La inyección del insecticida supone un coste unitario de entre 30 y 50 euros.

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