ENTREVISTA CON EDUARDO FRANQUIZ, EXPERTO EN PALMERAS

“La Gomera debería cerrar fronteras y contar con un plan de gestión de sus palmeras”, recomienda este consultor medioambiental y experto en palmera canaria durante la entrevista que protagoniza para la sección “Cita con Canarias”, en la que explica las plagas que están afectando a los palmerales naturales de Canarias y amenazan su existencia. [Versión íntegra de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 19 (2ª época, abril 2014)].

La palmera canaria, símbolo vegetal del archipiélago canario, está amenazada por varias plagas por culpa de la importación sin control, años atrás, de otras especies de palmera para ajardinar hoteles y plazas. Este experto en palmera canaria explica cuáles son estas plagas, cómo destruyen a la palmera canaria y cómo combatirlas. La Gomera, donde existe la mayor población natural de palmera canaria del mundo (140.000 ejemplares) y se practica un aprovechamiento sostenible con el guarapeo y la producción de miel de palma, está aún libre de esas plagas. ¿Por cuánto tiempo?

–La palmera canaria o Phoenix canariensis es la que el Parlamento de Canarias escogió en su día como símbolo vegetal del archipiélago. ¿La estamos tratando como se merece?

–Se le ha dado la espalda, con todas las amenazas que ha tenido y pese a las advertencias que se han hecho desde la época de Jaime O’Shanahan, cuando él mismo denunciaba toda la problemática que había. Los responsables de instituciones con competencia en la protección de la especie no han tenido con ella la consideración que debían.

–La palmera canaria está considerada, según científicos y expertos de todo el mundo, como la más bella de todas las especies de palmera que existe. ¿Si la tenemos aquí mismito y en muchos países la han plantado en sus parques y avenidas, por qué aquí nos empeñamos en traer otras especies para ajardinar nuestros hoteles y calles?

–Desde luego que en los foros internacionales que trabajan con las palmeras, consideran a la palmera canaria la “reina” de las palmeras. Y como elemento vegetal ornamental, sin ninguna duda es la que prevalece sobre todas. El problema que tenemos en Canarias está en lo que podemos llamar la “vanidad urbanística” por parte de urbanistas y políticos. Quieren dejar su huella, su icono, cuando desarrollan un proyecto, llámese plaza, parque, avenida, en el breve período de tiempo de cuatro años que dura un mandato electoral. Por eso quieren elementos vegetales de gran porte que hay que traer de otras partes, sobre todo del tercer mundo, deforestando esos países para implantarlos en estas avenidas. Con el riesgo que eso conlleva luego de amenazas por plagas a la palmera canaria.

–Incluso riesgo para las personas, porque también pueden caer si no arraigan, ¿no?

–Hay un problema con la palmera Phoenix dactylifera, que es la especie vegetal que más se ha traído a Canarias, sobre todo de Egipto, para ornamento de esos parques y esas avenidas. Primero porque es un árbol frutal (produce dátiles) que sacamos de su lugar de origen en un cultivo de ambiente semidesértico, y lo metemos en un barco durante dos semanas a un mes para trasplantarlo en unas islas de clima subtropical. Se le consigue pasaporte comunitario a través de los viveristas europeos, sobre todo españoles e italianos, y se introduce en Europa y de ahí llega a Canarias. Aquí, además, la implantamos en praderas de césped con mucho mayor riego y mayor aportación de abono, con lo que eso significa al alterarle todo su sistema estructural. Entre los riesgos que se producen está el debilitamiento de su arquitectura, hasta llegar a partir por infestación de patógenos, o porque la nueva aportación masiva de agua le altera el sistema vascular.

–Lo cierto es que, por este motivo, desde hace unos años las palmeras de las islas Canarias se han visto afectadas por varias plagas. ¿Se puede decir que amenazan a la propia existencia de la especie en Canarias?

–Sí, evidentemente. Ahora mismo hay unas plagas letales, primero llegó el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) que fue el que más fama cogió y parece que ya está controlado, gracias a la actuación del Gobierno de Canarias tras la presión social que ejercimos. Pero ahora tenemos el picudo de las palmeras o picudo las cuatro manchas (que también llaman “picudín”, y es la Diocalandra frumenti), primo hermano del picudo rojo y una plaga letal. Y aparte de estos gorgojos, tenemos unos hongos que también son letales: elThielaviopsis paradoxa, el Fusarium oxysporum (conocido como “bayud”) y el Gliocladium vermoeseni. La Diocalandra aparece en el año 98 en la zona turística de Maspalomas, importada con la palmera datilera, y se ha extendido por todo el cinturón urbano costero de la isla de Gran Canaria y ya está localizada y amenazando palmerales rurales y silvestres de Fataga, Ayagaures, Arteara, Tirajana, Agüimes-Ingenio, Telde, Tafira y Arucas.

En Lanzarote y Fuerteventura también existe una presencia bastante extendida y en Tenerife la hemos localizado, en 2005, en la zona de Los Cristianos y ya se habla de que puede estar en Santa Cruz e incluso en La Laguna.

–¿Quiénes son estos bichos tan malvados?

–La forma de funcionar de la Diocalandra no tiene nada que ver con el picudo rojo. Como dice mi amigo Marco [Díaz-Bertrana], el picudo rojo es más sibarita, sale volando y elige la especie y el ejemplar que va a colonizar. La Diocalandra avanza como un frente que va arrasando con todas las palmeras que se encuentra a su paso. Se desconoce totalmente la ecología y la biología de este insecto (curvas de vuelo, reproducción, etc.). No hay ningún trabajo de investigación sobre él.

–¿Por qué son letales para la palmera canaria?

–Esa especie coloniza las palmeras haciendo las primeras puestas en galerías en las hojas más maduras y, a partir de ahí, desarrolla su ciclo. Cuando eclosiona el huevo, la larva (que es la que hace daño) va haciendo galerías alimentándose del tejido tierno por donde circula la savia que va a los foliolos de la palmera, donde se desarrolla la fotosíntesis. Una vez contaminadas esas hojas maduras, los adultos de esas larvas hacen la siguiente puesta de huevos en la siguiente rueda más cercana por arriba, y así va colonizando la palmera hasta que al cabo de unos años entra en un estrés por falta de alimento y colapsa. Aparte de eso, nosotros mantenemos que esas galerías que desarrolla la Diocalandra en la palmera es vector de propagación de hongos, sobre todo del Thielaviopsis paradoxa y el Fusarium oxysporum.

–¿Un insecto con tal poder de destrucción, hay algún lugar en el planeta en el que esté un equilibrio con su entorno?

–Procede de la Polinesia, donde al parecer no es dañina para la palmera de allí. Pero no hay ningún trabajo de investigación del que se pueda saber cuál es su desarrollo. Date cuenta que la plaga, que en Europa no existe, está localizada ahora mismo en el Cuerno de África (en unos países que desgraciadamente no se van a poner a investigar la plaga, porque tienen otras prioridades) y en Australia (donde creemos que sí puede haber algún tipo de colaboración para investigar el problema). No hay que olvidar que es una plaga que viene con unas palmeras y colonizan después otras palmeras donde no tienen enemigos naturales. En nuestro caso, han encontrado a la palmera canaria y no quieren irse a otra.

–¿Qué islas nos quedan libres de estos destructores de palmeras?

–La Gomera y El Hierro.

–¿Qué riesgo hay de que pueda extenderse a ellas?

–La zona turística de Los Cristianos está totalmente infestada con muchos patógenos, entre ellos la Diocalandra en un estado bastante avanzado. Hasta el 2005 todavía no era muy usual verla en esta zona, pero hoy sí y hay mucho trasiego de operarios que trabajan con la palmera que somos vectores de propagación de las plagas. Que haya trasiego de Tenerife a La Gomera de podadores o de cualquier isla con infestación a La Gomera y El Hierro va a originar que se trasladen las plagas. Si no se pone remedio y se toman las medidas necesarias para cerrar fronteras, todas las islas quedarán contaminadas. Se ha advertido hace muchos años, tanto a los cabildos como al Gobierno de Canarias, y no se han tomado medidas.

–Hasta ahora y pese a desconocer la especie, ¿qué sistemas se han utilizado para combatir a la Diocalandra?

–En el caso del picudo rojo sí ha habido un procedimiento porque se cogió en las fases iniciales, ¡ojo!; porque si llega a extenderse como la Diocalandra… Y se cogió en las fases iniciales porque nosotros en 2004 hicimos una presión social bastante fuerte y el Gobierno canario y los cabildos actuaron más rápidamente. Se dotó económicamente, se crearon unas cuadrillas y con un proyecto de actuación se pudo controlar la plaga. Lo primero que se hizo fue prohibir la importación de palmeras, que ya veníamos denunciando desde hace más de diez años y se consiguió en 2005. Pero la Diocalandra ha tenido un recorrido de expansión sin que haya habido medidas de contención o de control de la plaga. En los municipios, cada uno ha ido haciendo la guerra como ha podido, probando con pulverización, con sistémicos, etc., pero no ha habido un protocolo claro de actuación.

“Es lo que estamos ahora trabajando en la Comisión de la Palmera Canaria que ha creado el Cabildo de Gran Canaria, a través de las consejerías de Medio Ambiente y de Agricultura. Dentro de la comisión hay un grupo de trabajo formado por Purificación Benito (Servicio de Laboratorios Agroalimentario y Fitopatológico del Cabildo de Gran Canaria), Marco Díaz-Bertrana (técnico ambiental y gran experto en palmeras), Estrella Hernández (investigadora del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias) y yo, que hemos hecho un cuadro sobre cómo combatir la plaga con distintas acciones de control biotecnológico, control físico y control químico. El control biotecnológico es buscar los enemigos naturales de la plaga; el control físico es romper los corredores que existen aislando los focos para poderlos combatir.

“Ya en el año 98 hubo un proyecto de investigación para ver lo que pasaba, que en aquella época se llamaba “La depresión vegetativa de la Phoenix canariensis” para ver porqué estaban muriendo, ya que aún no se sabía, y fue cuando se encontró la Diocalandra. El técnico que realizó el proyecto señaló una serie de medidas a realizar para combatir la plaga, como eliminar franjas de palmeras para evitar los corredores de propagación y no sólo no se le hizo caso, sino que se hizo lo contrario, creando todos los corredores de las carreteras que van desde el Sur a Las Palmas de Gran Canaria y lo mismo en el Norte.

“¿Cómo combatimos ahora la plaga? Desarrollando el proyecto de investigación I+D con respecto a esta plaga para conocer su ecología y biología.

–Días atrás han tenido lugar unas jornadas técnicas sobre palmera canaria en la Granja Agrícola Experimental del Cabildo de Gran Canaria. Allí se ha expuesto un novedoso sistema para combatir estas plagas, la endoterapia. ¿En qué consiste?

–El año pasado entró en vigor una directiva europea de control de plaguicidas en zonas verdes públicas que prohíbe la pulverización. Nos estamos quedando sin municiones para combatir este insecto, pero hemos visto que el método de endoterapia a baja presión puede ser bastante eficaz. Se trata de una aguja que desarrolla Alex Shigo, el padre de la arboricultura moderna, que descubrió el sistema de compartimentación de los árboles y a partir de ahí se desarrollan las estrategias de actuación, al conocer mejor la estructura del árbol. Funciona como una inyección al tronco de la planta, con una dosis de insecticida, fungicida, nutriente o lo que necesite para, en este caso, combatir la plaga.

–¿En qué se diferencia esta aguja del taladro que se ha venido utilizando hasta ahora?

–La diferencia es que con el taladro se introducía una broca de 15 a 20 centímetros de largo y 8 milímetros de grosor, con el que se perforaba el tronco varias veces, pero se rompían los vasos y se genera un problema de circulación de la savia, rompiendo el sistema vascular de la planta. Con el nuevo método se emplea una aguja especialmente diseñada, de tres centímetros de largo y dos milímetros de grosor, que se introduce en la planta y desplaza los vasos sin romperlos. Estamos realizando ensayos para ver qué materia activa es más eficaz y las dosis de aplicación necesarias para sanear la palmera.

–El problema de esta y otras fórmulas que se han intentado aplicar me imagino que también será presupuestario. ¿Se puede asumir el coste de intervenir en todas y cada una de las miles de palmeras o debemos resignarnos a tenerlo controlado sin lograr su eliminación?

–En el medio urbano ni se sabe cuántas miles de palmeras hay. En el medio rural y natural de Gran Canaria se sabe que hay unas 60.000. En el medio urbano cada municipio tendría que intervenir en las que son de su propiedad y los costes serían muy elevados, si es de 50 euros por palmera, multiplica, aunque con el sistema de la endoscopia el ahorro es de un 80 por ciento respecto a otras intervenciones. ¿Qué habría que hacer? Nosotros mantenemos la posición de que aquellas palmeras que se plantaron mal hay que sacrificarlas, por ejemplo, muy cerca de líneas de fachada en los que la planta está sufriendo y se está debilitando. En el medio rural tendríamos que hacer lo contrario: ver dónde no hay infestación y mantener ahí el castillo y a partir de ahí trabajar en dirección a las zonas donde sí hay infestación. Lo que nos preocupa son las palmeras en el medio rural y natural.

–Decía antes que en La Gomera aún no han entrado estas plagas. Se trata de la única isla, precisamente, donde todavía se produce la miel de palma a partir de su savia o guarapo. ¿El guarapeo de la palmera es una actividad que ha servido para conocer mejor cómo cuidar a la planta? ¿O por el contrario, es un factor de mayor riesgo?

–El guarapeo es una técnica ancestral, para mí pertenece a la cultura de la palma y es una de las piedras angulares de una cultura canaria que ya ha perdido mucho. Y es una técnica bastante sofisticada. La persona que mejor conoce a la palmera es el guarapero: conoce su funcionamiento, el número de hojas que tiene que eliminar, cuándo tiene que cortar, cuándo tiene que dejar descansar a la palma. Es una técnica totalmente sostenible y nunca muere la planta, siempre y cuando el guarapeo se haga bien. Falta que La Gomera tenga un plan de gestión de las palmeras, cosa que no tiene, para saber qué palmeras se pueden guarapear y cuáles no. Hay que tener en cuenta que La Gomera es la isla que más palmeras canarias tiene en el medio natural, se habla de unas 140.000. No hay más palmeras canarias en estado natural en el mundo salvo en Canarias y La Gomera es la isla que más ejemplares tiene, por lo que debería ser el reservorio de la Phoenix canariensisa nivel mundial. Por ello debería tener ese plan de gestión de sus palmeras.

–Por cierto, ha fundado una empresa de producción de miel de palma de La Gomera. Como experto en palmera canaria, ¿era una inquietud que tenía el probar a hacer su propia miel de palma?

–Fue un poco de casualidad. Cuando aparece el picudo, a través de la asociación que tenemos hacemos una campaña en 2005 por todo el archipiélago, para dar a conocer las amenazas de la palmera canaria. Fuimos a casi todas la islas, también a La Gomera y dimos una charla a los guaraperos. Yo ya conocía la miel de palma y sus usos gastronómicos, pero lo que no conocía eran los usos medicinales que tenía. Hablando con la gente mayor me cuentan qué usos medicinales eran esos: procesos gripales, aparato digestivo, aparato circulatorio, úlceras… Una serie de aplicaciones. Me llamó la atención y me puse a buscar información. Así fue como di con los trabajos que habían hecho dos farmacéuticos, entre ellos Alberto Castilla, Premio Viera y Clavijo por su trabajo de fin de carrera en 1981. Me puse en contacto con él y vi que estamos hablando de un producto de alta calidad. También vi cómo en otras partes del mundo, sobre todo en Centroamérica donde se obtenía una savia de una palmera propia de ellos, que los usos medicinales eran parecidos a los que tenemos aquí. Y en Medio Oriente lo mismo pero con el jugo del dátil. Fueron datos que me llamaron la atención. Hablé con mi socio en La Gomera para sacar un producto que tuviera todos los controles de calidad para ser la mejor miel de palma, crear una imagen e intentar comercializarla dentro de la red de productos ecológicos y de la alta gastronomía. Porque no sólo era un producto de alta calidad, además pertenecía a la cultura vernácula canaria y hasta ese momento tenía un alto componente folclorista. Estamos viendo como la cultura la están convirtiendo en folclore y esa parte folclorista hay que ponerla a un lado. Nuestros valores culturales hay que defenderlos y por eso quise trabajar lo mejor posible este producto.

–¿Sirve igualmente la savia de la palmera datilera, que también abunda en Canarias, para la miel de palma?

–De la palmera datilera también se puede obtener guarapo. Es más denso, tiene más cantidad de azúcares y necesita menos cocción, pero no tiene las mismas características organolépticas que el guarapo de la palmera canaria, que es más preciado. De hecho hay una isla en Túnez que también emplea la misma técnica de guarapeo, pero con palmera datilera.

–Antiguamente, con el guarapo también se elaboraban vino y vinagre de palma. En su caso, ¿está pensando en poner en el mercado más productos derivados de la savia de la palmera canaria?

–Cuando dejas fermentar el guarapo se transforma primero en vino de palma y después en vinagre. Estamos pensando desde hace un tiempo en elaborar vinagre de palma con algunas variantes, con aceite de oliva o con miel de palma,como hacían nuestros antiguos y tiene que ser un producto de alta calidad.

–Su miel de palma, además, se hizo famosa hace pocos años por haber llegado a manos de algún jeque árabe que le hizo varios pedidos. ¿El cliente quedó satisfecho?

–Sí. No sólo no se quejó, sino que después del primer pedido hizo otros dos más. Le llamó bastante la atención e incluso quería que fuéramos para allá con el fin de poner en marcha un proyecto de producción de guarapo, pero le dije que no (a través de terceros, porque el contacto a ese nivel no era directo).

–Lo que sí ha hecho en Canarias (concretamente en Gran Canaria) es promover varias jornadas gastronómicas con el producto. ¿Satisfecho con el resultado o hay que seguir insistiendo entre cocineros y consumidores?

–Cuando ya teníamos el producto en el mercado, nosotros no éramos expertos ni en comercialización ni en restauración. Pero sí teníamos clara una cosa: los procesos formativos son necesarios y la realización de jornadas son la vía para ello. Desde luego que harían falta más de las que ya hemos realizado, para darlo a conocer aún más, pero han sido un gran impulso para que se conozca en el circuito gastronómico y se le dé valor.

–¿En qué tipo de restaurantes tiene salida?

–Están los restaurantes del sota, caballo y rey (papas arrugadas, croquetas y churros de pescado) y de ahí no los saques; pero también hay otro tipo de restauración con más inquietudes y ahí quiero destacar a la gente joven que está saliendo de los procesos de formación profesional de cocina, porque son profesionales formados con mucha inquietud y se atreven a hacer cosas curiosas. Por ahí puede haber un gran futuro.

–Estamos hablando todo el tiempo de “miel de palma”, que es como se conoce en Canarias desde hace siglos al guarapo guisado, pero la normativa europea y española no permite usar ese nombre en la etiqueta para comercializarla. ¿Lo acepta con resignación o se apunta a la reciente reivindicación del Cabildo gomero y el ICCA ante el Ministerio para que se cambie esa normativa?

–Nosotros tuvimos ese problema cuando sacamos el producto. Fue un proceso muy riguroso al ser un producto ecológico, con sus controles, incluyendo el etiquetado que miraron con lupa. Y tuvimos que quitar la denominación de “miel de palma”, excepto el dominio web que lo tenemos registrado y también nos lo quieren quitar. La normativa lo dice claro, la miel se refiere a la que procede de la abeja y la de origen vegetal es “sirope”. Desde luego que “miel de palma” es una expresión canaria popular, citada ya desde el siglo XVI por Gaspar Fructuoso para La Gomera. Y Viera y Clavijo lo menciona en el siglo XVIII al referirse a unos guaraperos en Arguineguín (Gran Canaria).  Está en la Historia y debemos conservarlo. La objeción la pongo al procedimiento para lograr esta reivindicación, creando alarma a través de los medios de comunicación entre los productores de La Gomera, donde hay familias que tienen el producto como una importante fuente de su sustento económico y ahora se enfrentan al problema de si podrán comercializar su producto con las etiquetas que tienen. La estrategia no ha sido la correcta: en vez de tanta difusión, habría que haber trabajado con más discreción porque es un trámite frente a una directiva comunitaria que no se resuelve de hoy para mañana, sino que costará probablemente años. Y antes hay que documentarse, ver normativa, ver productos similares: ¿por qué la miel de caña en la Península sí está certificada y etiquetada como tal y nosotros no podemos poner “miel de palma”?

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–Cuando se acerca el otoño y aparecen las nubes de los alisios, el ver cómo un palmeral que ha pasado un verano seco y tiene el sistema radicular bajo mínimos, en cuanto percibe la llegada de unas nubes que le van a dejar agua abre esporas, los foliolos también se abren, el sistema radicular se pone receptivo y empieza a ver un intercambio entre el ecosistema del suelo y la planta.

FUENTE: http://www.eltambor.es/2016/10/entrevista-con-eduardo-franquiz-experto-en-palmeras-la-gomera-deberia-cerrar-fronteras-y-contar-con-un-plan-de-gestion-de-sus-palmeras/

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