Así se combate la caña, especie invasora de ríos y humedales

Los cañaverales que pueblan los ríos y torrentes de la costa mediterránea pueden parecer un elemento pintoresco del paisaje, pero no siempre es así. Si bien la caña (Arundo donax) es una especie que lleva mucho tiempo con nosotros, pese a ser originaria de Asia, desde hace unos años se está extendiendo de tal modo que ya es considerada como una especie exótica invasora, dados los impactos ambientales que ocasiona en los hábitats donde se asienta. De hecho, en autonomías como la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia o Baleares se están adoptando medidas para combatir lo que ya es, a todas luces, una verdadera plaga.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera esta especie como una de las cien invasoras exóticas más peligrosas del mundo. Según el portal Ripisilva, del programa Life y la Universidad de Murcia, la caña “tiene una gran capacidad invasora, llegando en bastantes casos a sustituir la vegetación autóctona, impidiendo la germinación y el crecimiento, e inhibiendo la adquisición de agua y nutrientes, respectivamente”, es decir, priva de alimento a las demás especies con las que convive.

Pero, además, la densidad del cañaveral limita la penetración de luz, lo que también evita el desarrollo de otras plantas. Pero, en cambio, tampoco proporciona una sombra tan compacta en la orilla de los cauces como para evitar un aumento de la temperatura del agua, señalan los científicos de la Universidad de Murcia.

Labores de tala de cañas en Murcia. Foto: Europa Press

Debido a la estructura de los cañaverales y su configuración, “la avifauna apenas puede aprovechar esta especie vegetal para construir nidos sobre sus ramificaciones o resguardarse”, añaden. Es decir, sus inconvenientes son muchos y sus aspectos favorables, ninguno.

En 2016 una investigación de biólogos de la Universitat de Barcelona reveló que las cañas alteran los ecosistemas fluviales donde se desarrollan, haciendo que los insectos, arácnidos y crustáceos de ríos, torrentes y humedales sean cada vez más escasos y pequeños, y menos diversos. Ello tiene repercusiones sobre todo el resto de organismos y, a la larga, empobrece la biodiversidad de estos lugares.

Las cañas han sido empleadas desde hace tiempo en el mediterráneo español para crear barreras naturales, setos o cortavientos vegetales, taludes o empalizadas. La propagación generalizada que experimenta en los últimos años ha obligado a las administraciones a tomar medidas para salvar la biodiversidad de ríos, torrentes y zonas húmedas, que amenazan con empobrecerse ecológicamente por culpa de esta especie, especialmente resistente a las adversidades.

Según los expertos, la forma más recomendable de erradicar la caña consiste en fomentar la competencia biológica, es decir, recuperar la vegetación autóctona. Se trata, según el profesor Miras Pérez, de “reconstruir la vegetación nativa, reintroduciendo especies dominantes y acompañantes, en concreto, las más características del ecosistema perturbado”.

Matar las cañas tapándolas con plásticos negros

Para retirar las cañas se emplean métodos físicos y químicos. Por un lado, se cortan las cañas y los rizomas mediante su tala e inundación. Posteriormente, se cubren mediante grandes extensiones de plásticos opacos que impiden que la caña realice la fotosíntesis. Al mismo tiempo, se aplican herbicidas sistémicos para provocar la muerte de los rizomas de las cañas y sus raíces. Ahora bien, “este control químico solo es posible aplicarlo cuando se tiene la completa seguridad de no afectar a ningún medio acuático cercano”, advierte Miras Pérez.

Colocación de plásticos en la Comunidad Valenciana para matar cañas. Foto: Levante

Estas son las actuaciones que se están llevando a cabo en lugares como el río Girona, en el norte de la provincia de Alicante, donde la Confederación Hidrográfica del Júcar recibe casi a diario peticiones de los ayuntamientos de la Marina Alta para que desbroce los cañaverales que invaden ríos y barrancos.

Para ello, desde el año pasado están colocando plásticos negros en el tramo del río Girona en el linde entre Beniarbeig y Ondara, donde los cañaverales adquieren una espesura y dimensiones enormes.

Al parecer, el sistema da resultado, porque la ‘solarización’, como se conoce a esta técnica, ya ha sido aplicada con éxito por la confederación del Júcar en esta misma comarca, en tramos del río Gorgos a la altura de Benigembla y Alcalalí. Esta alfombra sintética dispara la temperatura en el sustrato y en días de verano se alcanzan bajo los plásticos hasta 70 grados. Semejante calor abrasa y extermina por completo los rizomas.

Posteriormente, se procederá a recuperar la ribera con especies vegetales autóctonas, como álamos, tarays, frenos, sauces u olmos.

En la Región de Murcia, el verano pasado ya se llevó a cabo la misma experiencia. El Ayuntamiento de la ciudad, junto con la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) y Aguas de Murcia desbrozaron las cañas y después extendieron grandes superficies de plástico opaco en el talud del río Segura que coincide con el vial de acceso a la depuradora Murcia Este.

Acción contra las cañas con plásticos en Murcia. Foto: La Opinión de Murcia

La actuación, presupuestada en 71.000 euros, ha durado hasta este año, es continuación de la recuperación que se llevó a cabo con anterioridad en el entorno de La Contraportada, un entorno natural de gran importancia donde se ha estrenado un nuevo centro de visitantes.

En este emplazamiento, tras desbrozar las cañas y cubrirlas con plástico en ambas márgenes del río, se plantaron 600 árboles autóctonos. En los próximos 40 años, este bosque almacenará el CO2 equivalente a las emisiones de un coche que diera 60 veces la vuelta al mundo.

Web sobre la caña: https://exoticasinvasoras.carm.es/-/cana

FUENTE: Así se combate la caña, especie invasora de ríos y humedales (Verde y Azul)

Autor: Joan Lluís Ferrer

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