ARAÑA ROJA Y HONGO: ASÍ ES UN “SPIDERMAN” EN LA VIDA REAL
¿Qué hace un arácnido con los genes de un hongo metidos en su propio ADN? Aunque pueda parecer de ciencia ficción, la araña roja tiene trocitos de material genético que no son suyos, sino que proceden de otra especie. Es más, no de otra especie, sino de otro grupo de seres vivos completamente distinto. ¿Y para que les sirve? Gracias a este ADN “robado”, la araña roja es capaz de resistir los inviernos, lo que he proporcionado una herramienta esencial para convertirse en una de las plagas más eficientes y peligrosas de todos los tiempos.
El terror de la araña roja
La araña roja, o Tetranychus urticae, es un ácaro diminuto, de menos de un milímetro. Para poder distinguirla en los tallos tiernos hay que estar muy atentos. A no ser que apreciemos una marea rojiza moviéndose acompasada por las hojas verdes. Entonces sabremos que es muy tarde. Este ácaro es un artrópodo de la clase de las arañas (y no de los insectos, como comúnmente solemos llamar a todos los artrópodos terrestres). Los ácaros de este tipo se dedican a punzar con sus bocas los tejidos más nuevos de la planta, absorbiendo el contenido celular para alimentarse. Esto provoca la muerte progresiva de la planta ya que, además de no dejar que crezca, estos tejidos nuevos son los encargados de producir ciertas sustancias hormonales necesarias para que la planta continúe su ciclo vital. Por desgracia, la araña roja es de todo menos exquisita, y se alimenta de casi cualquier tipo de planta tierna. Tiene especial predilección por los frutales ya que estos, por las técnicas de cultivo, presentan gran cantidad de partes verdes. Esto provoca que el ácaro se reproduzca de manera descontrolada, abrumando al vegetal que muere bajo el peso de millones de estos pequeños vampiros.
Cuando son demasiados, la araña produce una especie de paracaídas con su seda y, tras reunir a un montón de hermanas, salen volando en busca de otra planta. Además, como forman sus telas en el envés de la hoja, se protegen bastante bien de las medidas de control. Cuando aparece la araña roja, el cultivo entero se pone en peligro. Al año, esta plaga le cuesta en torno a los mil millones de euros a los agricultores. Y aunque es un animal típico de climas cálidos, tropicales y subtropicales, el aumento de temperaturas que estamos viviendo en las últimas décadas ha permitido que la plaga se extienda a puntos insospechados del planeta. Pero esto no hubiera sido posible sólo por el aumento de temperaturas. La araña roja necesitaba algo más. Un as tras la manga: el gen proveniente de un hongo.
Un hongo para hibernarlas a todas
Según un reciente estudio procedente de la Universidad de la Rioja, la araña roja es capaz de hibernar durante la etapa más fría, lo que le permitiría sobrevivir los peores momentos del año. En un pasado remoto, esta especie (o sus antepasados) sencillamente no eran capaces de sobrevivir al invierno, por lo que su especie se limitaba a ciertas áreas más cálidas. Con la adquisición de este gen, la araña roja ha sido capaz de colonizar zonas en las que jamás estuvo antes. Dicho gen no es otro que una “fitoeno desaturasa” que le permite producir carotenoides. ¿Y para qué sirve? Muy sencillo, los carotenoides son sustancias antioxidantes naturales muy vistosas (normalmente de colores rojizos). Estas sustancias son usadas por la araña para evitar que el frío congele su “sangre”, llamada hemolinfa, y los líquidos que contienen sus células, rompiendo por dentro su cuerpo. Esta técnica es usada por muchos animales para hibernar ya que la congelación presenta un grave peligro de muerte celular para los animales. “La adquisición de los genes de los hongos por la araña roja a través de una transferencia horizontal ha permitido a esta plaga una distribución global”, explicaba para la prensa Miodrag Grbic, investigador de la Universidad de la Rioja. Así, lo interesante no es tanto cómo se utilizan los carotenoides en sus células, sino cómo ha llegado hasta la araña roja un gen capaz de producirlos.
El truco de la transferencia horizontal
Aunque parezca impresionante, lo cierto es que este artrópodo no es el primero ni el único en incorporar genes procedentes de otras especies a su ajuar. De hecho, este fenómeno no sólo se da artrópodos. La transferencia horizontal se da de forma natural de forma más común de lo que pensamos. Este proceso ocurre gracias a la presencia de virus que son capaces de empaquetar parte del ADN del organismo que infectan. Después, ese mismo ADN es transmitido a otra especie mediante transducción. Así, el virus infecta a este nuevo organismo y le inserta el ADN. El proceso ni es sencillo ni es común. Pero sabemos que es un mecanismo que ha funcionado a favor de la evolución. De hecho, ese mecanismo, pero refinado, es el que empleamos en la modificación genética de organismos.
Y como decíamos, la araña roja no es la única con genes de otros seres vivos. Por ejemplo, los pulgones Acyrthosiphon pisum, son conocidos por contener genes que les permiten sintetizar carotenoides. Algo muy parecido a lo que hace la araña roja, solo que estos animales son primos de los anteriores. Al igual que ocurre con la araña, los pulgones presentan distintos colores procedentes de la acumulación de carotenos verdes o rojos. En su caso, los genes también provienen de hongos (o eso parece). Es más, la sospecha de que los genes procedentes de hongos eran los responsables del color de la araña roja es nueva. Sin embargo, ahora sabemos con seguridad cuál es este gen y, además, sabemos para qué le ha servido al ácaro, algo que desconocíamos con seguridad hasta la fecha.
FUENTE: https://hipertextual.com/2017/07/cern-lhc-particula-barion