Alertan del “efecto cóctel” de los pesticidas en frutas y verduras.
Aunque esta noticia se publicó hace aproximadamente un mes, nos parece interesante reabrir un debate con respecto a este tema.
Virtualmente toda la población española está expuesta a pesticidas. En toda la Unión Europea se esparcen anualmente 400.000 toneladas de pesticidas y España es el país donde más se usan, con 78.000 toneladas al año, según los datos de Eurostat. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) apunta a que cerca de la mitad de las muestras de alimentos europeos tienen niveles detectables de residuos de pesticidas. Muchos de estos pesticidas, denuncian desde la Fundación Vivo Sano, son o pueden ser disruptores endocrinos, es decir, que pueden alterar el normal funcionamiento del sistema hormonal y afectar a la salud de las personas.
Lo cierto es que la normativa establece unos límites máximos de residuo (LMR) que solo se superan en el 1% de los casos, pero un informe de la Fundación Vivo Sano, «los métodos actuales no son adecuados para evaluar los riegos de los pesticidas», entre otras cosas, porque «se evalúa el riesgo sustancia a sustancia, cuando en una sola manzana puede haber restos de 15 pesticidas distintos, por ejemplo».
Según denuncia De Prada, responsable de la campaña Hogar sin tóxicos de la Fundación Vivo Sano, este «efecto cóctel» no se ha tenido en cuenta a la hora de establecer los límites máximos de residuo ni la ingesta diaria aceptable, cuando «hay estudios que demuestran que sustancias que aisladamente parecen no tener efectos, junto con otras, tienen un efecto diez, cien o mil veces superior».
La propia Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, en su informe de 2014, admitía que el 64,7% de las mandarinas, el 60,5% de las naranjas, el 57% de las peras o el 26,6% de los pepinos contenían varios pesticidas diferentes a la vez en una sola pieza de fruta. De media, un 28,3% de los alimentos analizados tenía más de un pesticida. Además, como una persona toma varios alimentos distintos (con sus distintos pesticidas) en una sola comida, al final del día cada persona ha ingerido un complejísimo cóctel de multitud de pesticidas.
Sin embargo, las autoridades consideran «oficialmente legal y sana esa contaminación porque entra dentro de los LMR, que han sido establecidos para cada sustancia aisladamente sin tener en cuenta que se sabe que los efectos de la mezcla podrían ser muy superiores», insiste De Prada, para quien «lo único cierto que hay ahora es la incertidumbre, no hay certeza de la ausencia de riesgo».
Disruptores endocrinos
Los efectos a los que han sido asociados las sustancias disruptoras endocrinas son numerosos, desde cánceres hormonodependientes (de próstata, de testículos, de mama) hasta trastornos del metabolismo como obesidad y diabetes, pasando por problemas reproductivos tanto en la mujer como en el hombre, enfermedades cardiovasculares, o problemas cognitivos y de desarrollo cerebral en los niños, según se recoge en el informe.
Además de los efectos en la salud, los pesticidas están ligados a un sistema de producción agrícola que también tiene otros efectos: reducción de la fertilidad del suelo, incremento de los costes para el agricultor, creación de resistencias en las plagas, contaminación de suelos y aguas subterráneas, pérdida de biodiversidad (sobre todo entre los insectos polinizadores), y un coste sanitario por las enfermedades asociadas al uso de estas sustancias. La Endocrine Society cifra este coste, solo para una clase de efectos y un grupo de sustancias, en unos 146.000 millones de euros al año, cuenta De Prada.
Un plan nacional
Desde la Fundación Vivo Sano se reclama un plan nacional que tenga el objetivo vinculante de reducir el uso de estas sustancias un 30% cada cinco años, así como de impulsar técnicas no químicas de control de plagas y apoyar decididamente la agricultura ecológica, tomando como referencia las medidas adoptadas por países de nuestro entorno como Francia, que ha puesto en marcha un ambicioso plan para reducir en un 50% el uso de pesticidas para el año 2025, o Dinamarca, que ha sido aún más exigente y ya ha reducido el uso de pesticidas en un 40% tan solo entre 2011 y 2015.
Según Carlos de Prada, los ejemplos de Francia y Dinamarca demuestran que es totalmente factible emprender el camino hacia la agroecología y reducir el uso de pesticidas, y más en España, el país con más superficie de agricultura ecológica de la Unión Europea.
Mientras tanto, en España ya hay municipios que se han declaradoslibres de disruptores endocrinos, y ciudades grandes como Zaragoza y Madrid, por ejemplo, explica Dolores Romano, responsable de políticas de sustancias químicas de Ecologistas en Acción. Estas ciudades fomentan los alimentos ecológicos en los comedores escolares y limitan el uso de pesticidas en el mantenimiento de parques y jardines, entre otras medidas. A nivel internacional, París ha sido la última en sumarse a esta lista y lo ha hecho esta misma semana.